El color rosa simboliza la sexualidad; el rojo, la vida; el naranja, la salud; el amarillo, la luz del sol; el verde, la naturaleza; el turquesa, la magia o el arte; el azul, la serenidad, y el violeta, el espíritu. La bandera arcoíris, mejor reconocida a nivel mundial como la bandera del colectivo LGBT, fue creada en la década de los 70 por el artista Gilbert Baker. A pesar de que había varios prototipos, su diseño fue el que perduró, y que después del asesinato del activista Harvey Milk se popularizó. Ha sufrido modificaciones con el paso de los años, pero esos seis colores se mantienen. Además, existen las otras banderas: asexual, genderqueer, bisexual, pansexual, lésbica, transexual y polisexual. Parecen muchas, pero es necesario seguir reivindicando la gran diversidad de formas de sentir, vivir y expresar el género y la sexualidad; por eso no vale querer meter a todos en el mismo frasco.

El 28 de junio de 1970 se realizó en la ciudad de Nueva York la primera marcha del orgullo gay como conmemoración de lo sucedido en el bar Stonewall, donde muchos homosexuales fueron asesinados. La marcha denunciaba las leyes y acciones que discriminaban los derechos de los homosexuales, a quienes no se les permitía, incluso, rentar apartamentos por su mera condición sexual. A partir de entonces, las marchas han continuado llevándose a cabo, y todavía mejor, cada vez son más los lugares alrededor del mundo donde se organizan.

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En México, la primera marcha reivindicativa se llevó a cabo durante la que recordaba la Revolución Cubana. Fue el 26 de julio de 1978 (ojo con los años transcurridos), cuando un grupo de jóvenes del Frente de Liberación Homosexual de México aprovechó el evento y salió con pancartas que exigían la defensa de los derechos de las personas homosexuales. Para colmo, la policía no los dejó transitar por el Paseo de la Reforma, así que tuvieron que marchar por una calle alterna. La primera Marcha del Orgullo Homosexual en México, como tal, se llevó a cabo un año después, el 29 de junio de 1979.

La Organización de las Naciones Unidas está constantemente trabajando para que los derechos de las personas homosexuales, lesbianas, trans, etc., sean respetados, y éstas puedan desarrollarse de manera normal en cualquier ámbito de su vida. Asimismo, contantemente invita a los países miembros a adoptar medidas que erradiquen la legislación que discrimina al colectivo, a legislar en favor de las personas homosexuales y a implementar acciones que fomenten la igualdad entre personas.

Sin embargo, diversos organismos de protección de los derechos humanos en todo el mundo continúan advirtiendo que, a la fecha, las personas que llevan una vida fuera de la heteronormatividad siguen sufriendo discriminación en muchos niveles y por parte de diversos actores de la sociedad. Las familias siguen apartando a miembros cuya sexualidad no coincide con sus creencias, la Iglesia católica sigue considerando el matrimonio homosexual como “pecado”, en las escuelas sigue habiendo miedo por expresar las preferencias. En el campo de la política todavía hay representantes en las cámaras que mantienen un discurso homófobo, cuando debería pasar lo contrario. Y de países que todavía castigan la homosexualidad con la cárcel o la pena de muerte, ni hablemos.

Junio es el todo el mundo el Mes del Orgullo. Habría que reflexionar por qué hace falta todo un mes para dar visibilidad a algo que siempre ha estado ahí, pero claro, mucho tiempo dentro del armario. Es muy importante que desde el individuo, pasando por los colectivos, las empresas, las organizaciones y finalmente los gobiernos, se visibilice y normalice lo que es simplemente una forma más de ser.

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