Léase con filias y fobias afiladas. Las siguientes son una serie de comentarios directamente de gente cercana a los equipos de los candidatos. Mi opinión no está presente en ninguno de los siguientes párrafos.

Ganó Andrés Manuel López Obrador, porque supo evadir las acusaciones de todos los demás, se plantó en su primer lugar de todas las encuestas y cayó lo menos en provocaciones. Ganó solo porque fue. Ganó porque sabe venderse como una víctima de la mafia del poder que “le echó montón”.

Ganó Ricardo Anaya, porque fue el más articulado de todos, pero, sobre todo, el más frontal, el único que supo construir un discurso de golpe doble contra Andrés Manuel, pero también contra José Antonio Meade. Ganó porque se consolidó como el segundo lugar, pero también como “el único” que puede alcanzar y rebasar al puntero en los 67 días que restan de campañas.

Ganó José Antonio Meade, porque se proyectó como un ciudadano ajeno al PRI y, además, el único honesto de todos. Ganó porque se consolida en su siempre ostentado tercer lugar de las encuestas y porque demostró que tanto Anaya como López Obrador son candidatos manchados de corrupción, pero él no. Ganó porque con argumentos sólidos convenció de la necesidad de un cambio con rumbo que mantenga las perspectivas de crecimiento y dio cuenta de su capacidad y experiencia para liderarlo.

Ganó Margarita Zavala, porque defendió lo que se hizo en otros sexenios de manera correcta, porque atacó al sistema de partidos y robó la atención del voto femenino al engrandecer la independencia de las mujeres.

Ganó El Bronco, porque fue el más polémico, el echado pa’lante y el trending topic de las redes sociales; porque nadie aceptó su propuesta de regresar el dinero de las campañas en favor de los damnificados y porque el México bronco quiere prepas militarizadas y castigos corporales como pasa en otros países, pero nadie, salvo él, se atreve a decirlo.

Eso dicen cercanos a los equipos de los candidatos; nadie, evidentemente, se declarará perdedor del debate, aunque debo reconocer que Margarita Zavala ayer, al aire, me dijo que ella no se consideraba, necesariamente, la ganadora. Enhorabuena por el ejercicio de honestidad.

Ganó el INE, por arriesgarse a un nuevo formato que resultó en un éxito total. Cumplieron con la ley dándole exactamente el mismo tiempo a todos los candidatos, pero permitiendo que fluyera el diálogo. A diferencia de los debates, por ejemplo, de Estados Unidos, éste fue uno ágil y equitativo.

Ganaron los memes en las redes sociales. Ganaron, punto.

Ganó la audiencia y el rating; fue un show y tenía que ser un show, todo el mundo habla de ello; la gente hoy está involucrada en la elección presidencial y, aunque sea por unos días, el sopor y el hartazgo de la política se han convertido en emoción en las pláticas de café.

Ganamos.

DE COLOFÓN.— Hay divisiones marcadas en Palacio; el más alto nivel se niega rotundamente a ceder su exiguo apoyo para el joven candidato y prefiere un cambio de régimen antes de verlo sucesor, pero su más cercano consejero recomienda lo contrario e intenta convencerlo a como dé lugar. En la liturgia, el de la silla manda y se acabó.

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