Ciudad Ixtepec, Oaxaca.- Los 35 grados rebotan en los pisos de cemento del parque Luis Martínez Hinojosa de Ciudad Ixtepec, en el sur del Istmo de Tehuantepec. El agobiante calor obliga a Brenda, Alba e Ingrit a trabajar de prisa al machetear el incipiente pasto, para luego buscar la sombra de un pequeño ficus y así evitar lo más que se pueda la insolación. Después, vuelven hasta completar las cinco horas estipuladas en el acuerdo laboral que tienen con la Secretaría de Bienestar del gobierno federal.

Las tres hondureñas, junto con dos trabajadores más, mantienen impecable este parque infantil desde hace tres meses, cuando entraron al programa Sembrando Vida. Desde entonces, todos los días llegan religiosamente a las siete de la mañana a bordo de la camioneta del coordinador, quien las recoge en las instalaciones del albergue Hermanos en el camino, del padre Alejandro Solalinde. Cuando concluyen su jornada, al mediodía, la camioneta las regresa al punto de partida.

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Muchos migrantes llegan huyendo de la violencia y acoso de criminales.

La paga por mantener limpios parques, camellones, calles, escuelas, hospitales y otros espacios públicos de Ixtepec es de 2 mil 380 pesos a la catorcena: 170 pesos al día por cinco horas de trabajo, de lunes a sábado. El dinero les llega directamente a través de Telecom, previo registro en el módulo de atención de Bienestar, donde firman y reciben su orden de pago.

Programa piloto

Brenda, Alba e Ingrit forman parte de los 73 migrantes que participan en este programa en Ciudad Ixtepec. Se trata del proyecto piloto que hace seis meses echó a andar el presidente Andrés Manuel López Obrador para disuadir a los migrantes de seguir su camino hacia Estados Unidos. Por el momento sólo se implementa en esta ciudad sureña de Oaxaca, caracterizada desde hace 40 años por ser paso obligado de gracias a la ruta ferroviaria.

El pilotaje arrancó en Ixtepec el 24 de junio y en lo que va de los seis meses se han beneficiado del programa por lo menos 800 migrantes de Honduras, El Salvador, Guatemala y Nicaragua.

Algunos se mantienen un mes, otros cumplen con los tres meses reglamentarios del programa, pero todos trabajan mientras esperan un permiso de refugio o visa humanitaria por parte del Instituto Nacional de Migración (INM) o la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar).

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Los extranjeros son recogidos en el albergue Hermanos en el Camino para iniciar su jornada laboral.

Este piloto emergente ha reclutado a 70% de migrantes hombres y 30% de mujeres y estará activo formalmente hasta el 31 de diciembre, pero aún es incierta su continuidad. “Ni los coordinadores sabemos qué va a pasar, si continuará en 2020 o habrá alguna pausa. Depende del gobierno federal y cómo asigne el presupuesto, pero este apoyo del pueblo mexicano es (en retribución) a lo productivos que son a la sociedad. El único requisito es que quieran trabajar en labores no riesgosas”, dice Alberto Toledo Figueroa, coordinador del programa en Ixtepec.

Huir de la violencia

Alba y Brenda Herrera son hermanas; Ingrit Urbina es su concuña. Las tres llegaron hace cuatro meses a Ixtepec junto con seis hijos, después de un mes de camino. Salieron huyendo de San Pedro, en el departamento de Cortez, Honduras, a causa de los Maras, pandilla que intentó secuestrar a la hija de 15 años de Brenda y hostigaban a la hija mayor de Alba. Además, al esposo de Ingrit le cobraban derecho de piso por utilizar una motocicleta en la ciudad.

“Ya era imposible vivir en Honduras por más tiempo. Si nos quedábamos se robaban a nuestras hijas, además nos cobraban piso por trabajar una moto, y si nos negábamos a pagar no se iban a tentar el alma y mataban a toda la familia. Así que decidimos huir, pero aquí en México nos fue mal, nos asaltaron. Este apoyo que tenemos nos da esperanza de seguir”, narra Brenda mientras descansa en el parque.

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Los principales beneficiarios provienen de países como Honduras, Nicaragua, El Salvador y Guatemala.

Cuando su familia entró caminando a territorio oaxaqueño, exactamente a tierras de Chahuites, les quitaron dinero y lo que cargaban, como pudieron llegaron a Ixtepec y pidieron asilo.

Mientras esperan la respuesta de la Comar a su petición de refugio en México, con lo poco que ganan las tres mujeres comen tres veces al día con sus seis hijos y rentan una pequeña casa en la colonia Moderna.

“El apoyo para nuestras familia es muy importante, porque con eso sobrevivimos en una casa dignamente y no mendigamos por comida. Creo que hacemos un trabajo útil en este pueblo, nos apoyan y nosotros mantenemos limpio sus espacios”, cuentan.

Como ellas, todos los que han participado en el programa llegaron primeramente al refugio Hermanos en el Camino, pero con el apoyo que reciben la mayoría renta cuartos en la ciudad para una mejor estadía mientras esperan sus permisos.

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En promedio, los migrantes ganan 170 pesos al día por cinco horas de trabajo en la limpieza de parques o camellones.

El albergue acompaña a 120 migrantes en su proceso regulatorio, de los cuales 80 esperan el permiso de refugio porque vienen huyendo de sus países de origen por la violencia.

Pero ni aquí están a salvo. De acuerdo con personal del refugio, asaltos y vejaciones se siguen registrando contra migrantes entre Chiapas y Oaxaca, sobre todo el tramo Chahuites-Tapanatepec–Arriaga. De 100 personas que cruzan, al menos 80 sufren asaltos, algunos hasta dos veces. Pero de esas 80 sólo 30 denuncian.

Además de los 800 migrantes de Oaxaca, también se han integrado al programa en Chiapas, Campeche, Tabasco y Veracruz. EL UNIVERSAL Oaxaca

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