Al igual que les ocurre a quienes ven la serie Chernobyl, que súbitamente encajan las distintas piezas de un rompecabezas que discurre ante sus ojos y, de pronto, entienden por qué se colapsó el Estado soviético, a mí me ha sucedido lo mismo con la lectura del libro de Roberto Rock (1) con el régimen priísta.

Para quienes vieron Chernobyl, la cadena de mentiras, complicidades, ocultamiento de información sensible y una lealtad criminal disfrazada de institucionalidad que lo único que hace es proteger a una ineficiencia tóxica, explica claramente cómo el Estado Soviético no podía subsistir a ese fatal accidente, porque, en el fondo, lo único que ocultaba era la operación de una burocracia desconsiderada y rapaz.  Para quienes leen a Rock, queda claro que la articulación de un proyecto presidencial, cuya clave de bóveda fue la reconstrucción del poder a partir de los reinos de taifas que fueron las gubernaturas, llevó a este país a desfondarse política y moralmente. Para quienes analizan las páginas, llenas de revelaciones y espléndidamente contextualizadas del libro de Rock, queda claro que la ruina del sistema fue una puesta en escena de gobernadores que al no tener una fuerza organizada de un Estado federal que los corrigiera, ni tampoco un proyecto modernizador del federalismo, pudieron trasladar sus reglas de operación y sus usos y costumbres al gobierno federal. Las artes de hacer política en el Estado de México y en Hidalgo se convirtieron en la norma del canon político nacional, con las consecuencias que hoy vemos. Todo empezó con un pase de charola que explica por qué tuvieron carta blanca para saquear sus erarios como si fueran un ejército de ocupación cuyo privilegio era expoliar a su antojo el dinero público. Todo se valía, porque  habían reconquistado el Estado y se repartieron hasta los adoquines.

Es particularmente claro cómo la concentración del poder que Osorio Chong llegó a tener, explica no solamente que la seguridad sea hoy un agujero negro, sino que Ayotzinapa nunca se haya podido resolver. Su protección al gobernador Ángel Aguirre, narrada con precisión y dureza por Rock, explica cómo esa crisis se convirtió en la vorágine del peñismo. Con una legión de gobernadores desaprensivos y legitimados con su jefe para saquear a la nación  y dos barones disputándose la sucesión presidencial que, por impericia o un mal cálculo, Peña instaló en el seno de su gabinete, se completó con una incapacidad estructural de entender que los cambios en la legislación, así como las modificaciones de la narrativa política no cambian a un país; lo cambia la creación de instituciones y una administración pública eficaz.

El libro revela muchas cosas, pero deja abierto un misterio psicológico.  Es  intrigante cómo, en muy pocas semanas, un presidente que se presentaba al mundo como el reformador y que era jaleado por Kissinger, rabinos e incluso el  establishment  político de Estados Unidos, pasaba a ser, en cuestión de días, un cadáver político divorciado de la opinión pública, incapaz de poner orden en su gabinete. ¿Qué le pasó a Peña Nieto por la cabeza en aquellas semanas? Para mí sigue siendo un enigma.

(1) ROCK L., Roberto: La historia detrás del desastre. Crónica de una herencia envenenada. México. Grijalbo. 2019.

Analista político.
@leonardocurzio

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