La secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, intentó una y otra vez sentar a Carlos Romero Deschamps con el presidente Andrés Manuel López Obrador, pero no lo logró. Luego, el líder petrolero buscó una cita con el director general de Pemex, Octavio Romero, pero tampoco lo recibió.

La ministra en retiro resultó no ser tan influyente como se esperaba dentro del gabinete de la Cuarta Transformación.

La consigna del presidente López Obrador desde que inició su sexenio fue no cruzar palabra ni dejarse fotografiar con el personaje que encarna lo más rancio del sindicalismo mexicano y es la viva imagen de lo que su gobierno tanto pregona que va a combatir: la corrupción, la impunidad y el influyentismo.

Pocas cosas peores para el otrora líder todopoderoso que ser ignorado por el Presidente de la República, y más aún por el director de Pemex, a quien a menudo solía tener bajo su yugo.

“Son los dueños de Pemex”, decían de los hijos de Romero Deschamps cuando llegaban en sus Ferraris o Lamborghinis a los lugares más exclusivos de Miami.

“No se mueve una hoja en Pemex sin que lo sepa el líder del sindicato”, aseguraban en el gobierno.

Todo esto, excepto la opulencia con la que aún se conducen los hijos, parientes y el propio Romero Deschamps, se va a acabar pronto, cuando quien fuera chofer de La Quina, el exlíder petrolero caído en desgracia, renuncie al sindicato más rico de México en los próximos días.

Quienes han visto recientemente a Romero Deschamps dicen que se le ve desencajado, no porque tema que se le va a perseguir jurídicamente —de haberse querido enjuiciarlo, lo hubieran aprehendido junto con su amigo Juan Collado saliendo del Morton’s—, sino porque después de más de dos décadas al frente del sindicato petrolero el poder se le hizo costumbre.

El 19 de julio publicamos en esta columna que Romero Deschamps se iría tranquilo de sindicato petrolero. “Sin represalias y con ‘mano suave’ es como el presidente López Obrador ha pedido que se jubile al poderoso líder petrolero, según fuentes de alto nivel del gobierno mexicano”.

Y todo apunta a que así será. El gobierno federal se apresta a dejar ir en paz a este líder sindical. La amenaza que pende sobre sus hombros es muy clara: te vas o te perseguimos penalmente. Así, sus amigos y viejos conocidos, incluso los que ahora despachan en Morena o en el gabinete presidencial, le han deslizado la solicitud de que se retire y le deje la cancha libre a Andrés Manuel López Obrador.

Causas para enjuiciarlo hay muchas y motivos políticos también, pero en la cúpula gubernamental saben que si Romero Deschamps lo decide puede ocasionar algún desastre similar al de la escasez de gasolina que hubo en varias ciudades del país durante enero y parte de febrero del presente año.

Se sabe en la Fiscalía General de la República, a cargo de Alejandro Gertz Manero, y en la Unidad de Inteligencia Financiera, que encabeza Santiago Nieto, hay investigaciones y expedientes completos contra Romero Deschamps, “por si se ofrecen”. Pero no se le perseguirá.

El martes se soltó el rumor de que la UIF le había congelado sus cuentas, pero no fue así. “Sí se le está investigando, pero no se ha procedido al bloqueo de sus cuentas”, dijo una fuente de Hacienda.

Hace menos de dos meses, un reportero preguntó al Presidente si metería a la cárcel al líder sindical y contestó que no, “que él no se involucraría, qué hay procesos abiertos y que este personaje (Romero) deberá enfrentarlos”.

Este fue el aviso final para que se vaya por las buenas.

Y así como con el exministro Eduardo Medina Mora, la 4T presionará, ahorcará y tumbará a un poderoso ligado a los gobiernos pasados… pero lo dejará ir impune.

Posdata 1. Por si ofrece, de todos modos Carlos Romero Deschamps está blindado jurídicamente. Él, su esposa Blanca y su hija Paulina tienen amparos contra todo lo que podría acusárseles.

Posdata 2. Suena Fernando Navarrete Pérez, secretario del Interior, Actas y Acuerdos, y también presidente del Consejo Nacional de Vigilancia del gremio de trabajadores de Pemex como sustituto de Romero Deschamps, aunque el proceso está aún muy incipiente y tiene que pasar por el visto bueno de varios funcionarios del gabinete y legisladores de Morena.

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