Estamos hablando de descapitalizar un fondo de reserva para capitalizar otro de operación, algo así como abrir un hoyo para tapar otro con la tierra extraída.

La pretensión original es utilizar 25% del guardadito, lo que implicaría dejarlo en 73 mil millones, total, qué tanto es tantito, frente a un escenario de insuficiencias materiales para ofrecer el servicio; falta de mantenimiento y recurrente desabasto de medicamentos e insumos indispensables.

Lo cierto es que el IMSS está muy lejos aún de recuperar los montos extraídos de fondos superavitarios, lo que lo coloca en grave riesgo de cara a una emergencia.

El hecho es que venga de donde venga la capitalización, el rescate sería estéril sino se arranca de raíz, en paralelo, la causa del quebranto que ha dejado en el aire el pago de deudas por 14 mil millones de pesos.

Aunque el organismo presentó una denuncia hace unos días por un posible daño patrimonial de 58 millones de pesos por irregularidades en el proceso de distribución registro y control de medicamentos de alta especialidad para el servicio de oncología, el escenario se sembró desde hace 13 años.

En 2009, durante el periodo de Miguel Ángel Yunes Linares como director general, el ISSSTE le dio un contrato de suministro de medicamentos y material de curación, incluido almacenamiento y resguardo, a la empresa Servicio Integral de Logística y Distribución.

La tarea, hasta entonces, la realizaba el propio personal del organismo.

El contrato original, por asignación directa, fue por 700 millones de pesos, que a lo largo de los años fue creciendo vía “convenios modificatorios”. Así en el primer año de vigencia había crecido 88 por ciento, alcanzando mil 288 millones, para llegar luego a 3 mil 220.

El monto amparaba el nivel máximo de compra por parte del organismo.

En total, hasta 2011 se habían contabilizado seis convenios modificatorios.

El contrato comprometía atender requerimientos de abasto en un plazo máximo de ocho horas, garantizando la acción con almacenes en diversos puntos de la república…. cuya mayoría eran inexistentes.

El único reconocido estaba en Tlalnepantla. 

Naturalmente, el abasto no mejoró y algunos de los precios pactados para los fármacos rebasaban los que cobran las farmacias. Ahora que, si no hay medicinas hay que comprarlas por fuera al costo que sea.

Y conste que estamos ofreciendo apenas una pincelada del cuadro de horror.

Balance general. En 1958, cuando el presidente Adolfo López Mateos nombró como secretario de Comunicaciones y Obras Públicas a Javier Barros Sierra, la suspicacia hablaba de un sexenio de auge para el grupo ICA, dado que el ingeniero era parte del grupo fundador de la constructora.

Lo cierto es que fue el peor periodo para la firma encabezada por Bernardo Quintana Arrioja, dado el prurito del que años después sería rector de la Universidad Nacional Autónoma de México de ser señalado por conflicto de interés.

Algo así le está pasando al presidente de Bio Pappel, Miguel Rincón, por su compadrazgo con el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Sin embargo, el escenario llega al exceso cuando el Ejecutivo pide cancelarle un contrato de suministro otorgado por la Comisión Nacional del Libro de Texto Gratuito que había obtenido legítimamente, bajo sanción de observadores.

Evidentemente no hubo mano negra del Ejecutivo.

Los estragos del golpeteo.

Ahí se va. Predicho el apocalipsis tras la cancelación por parte del nuevo gobierno del Nuevo Aeropuerto Internacional de México en Texcoco, hete aquí que la acción libró al país de una pesadilla en materia ambiental, de costos, de escasez congénita de agua… y de sobrepoblación.

En los trazos sobre las rodillas, el lago de Texcoco se habría convertido en vertedero de aguas residuales; el permanente hundimiento de las pistas, pese el relleno que destruyó los cerros de la zona, exigiría un colosal gasto de mantenimiento anual.

Aunque la obra se había pactado en una extensión de 472 mil metros cuadrados, creciendo en 2015 a 700 mil y en 2018 a 792 mil, se soslayó, el evidente incremento de costos.

Buen trimestre. Durante los primeros tres trimestres del año, la empresa Aleática, la cual adquirió las concesiones de OHL, registró un incremento de 7.3 por ciento en sus ingresos por peajes, alcanzando mil 766.7 millones de pesos. La utilidad llegó a mil 205.2, 1.4 por ciento mayor a la del mismo lapso de 2018.

Aunque hay un incremento en el flujo, el salto lo explica la actualización de las tarifas.

El mayor crecimiento en el tráfico lo registró la autopista Amozoc-Perote, con 11.6 por ciento, en tanto el Circuito Exterior Mexiquense tuvo un retroceso de 4.6 por ciento.

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