Antier por la noche, como sucede cada cierto tiempo en territorio sísmico, la tierra se cimbró. Por fortuna, según los reportes más recientes, el daño fue mínimo.

De inmediato, las redes nos dieron toda la información necesaria (y la desinformación también). En cuestión de segundos el Servicio Sismológico Nacional estableció en 6.9 la magnitud –después ajustó a 7.1–. Determinó epicentro (@sismologicomx).

Protección Civil (@cnpc_mx) y Secretaría de Marina (@semar_mx) emitieron una alerta de tsunami que después se canceló. La comunicación del Estado, a través de las redes, nos dijo lo que teníamos que saber.

Y el complemento de los ciudadanos y los medios fue en su mayoría útil. A través de geólogos (@mrbrianolson) y divulgadores supimos que el lugar donde se generó el temblor no se había movido desde 1962 (@asalmendez). Pudimos ver hasta dónde se sintieron las ondas sísmicas (@iris_epo). Y entendimos por qué se vieron luces en el cielo antes de que se moviera el suelo (@pictoline): no fueron marcianos, fue triboluminiscencia generada por la carga eléctrica de ciertas rocas que hicieron fricción con el movimiento.

También tuvimos testimoniales, en particular desde Acapulco, donde más extenso fue el daño. Videos de la torre de control del aeropuerto (@aviationmex), videos de cómo se fue la luz al inicio del sismo (@webcamsdemexico). Y en la capital fotografías espectaculares (@leyva) de los edificios icónicos durante el temblor, así como de la triboluminiscencia (@franz_gomez).

Incluso vimos la idiosincrasia mexicana en su máximo esplendor (@Gimena64156950), cuando en la recién inaugurada línea de Cablebús en Iztapalapa una señora le dice “discúlpeme que lo agarre” a un señor durante los peores momentos.

No faltó la desinformación (aquí no se amplificarán nombres de usuarios). “Celebridades” entre comillas que aseguraban que el temblor era resultado directo de la decisión de la Suprema Corte, que por la mañana declaró inconstitucional la penalización del aborto en Coahuila. Personas que compartían videos de otros temblores para hacerlos pasar por el del martes. Lo de siempre: adscribiéndole propiedades mágicas o teológicas a un evento geológico que puede explicarse de manera científica.

Sin embargo, el saldo en redes es positivo. De manera rápida y eficaz tuvimos todo lo necesario: información verificada, alertas, y explicaciones. Testimonios de viva voz, videos que recordaremos por mucho tiempo e incluso hasta memes –que hicieron la vez de bolillos– para pasar el susto.

En esta columna muchas veces se observa el lado negativo de las redes sociales, y nos enfocamos en cómo su mal uso puede ayudar a esparcir desinformación que luego no puede ser vencida. Ejemplos de ello abundan, y es de todos sabido que en el 99% de los casos la mentira le ganará a la verdad.

Pero antier, superado el sismo y el susto, vimos la utilidad que luego olvidamos. Fue ese 1% tan elusivo.

Nunca está de más recordar que el internet es un medio y no un fin: su beneficio o perjuicio depende del uso que le demos.

Las opiniones vertidas en este texto son responsabilidad de su autor y no necesariamente representan el punto de vista de su empleador.

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