El arranque de la Guardia Nacional en labores de vigilancia y patrullaje en Minatitlán el pasado viernes, por órdenes del presidente y aún sin aprobarse las leyes secundarias para su funcionamiento en el Congreso, significa el reconocimiento tácito de que, más allá del debate de cifras y datos que ha esgrimido para negarlo públicamente, Andrés Manuel López Obrador sabe y reconoce que la crisis de inseguridad y violencia se ha agudizado en el arranque de su gobierno.

Porque por más que el presidente se queje, otra vez con cifras no verificadas ni correctas, que se exagera el crecimiento de homicidios dolosos en sus cuatro meses de gobierno y de que afirme erróneamente que durante los gobiernos de Calderón y Peña Nieto “hubo 1 millón de víctimas” de la violencia, la realidad es que la emergencia en seguridad ya es un problema que, aunque iniciado y heredado por anteriores gobiernos, le corresponde a él atender como la primera y más urgente obligación del Estado al que él representa y encabeza.

Por eso decidió que fuera justamente en Veracruz, donde el gobernador y los alcaldes de su partido están prácticamente rebasados por la ola de violencia y los asesinatos, donde comenzara a patrullar, aún con uniformes militares y con improvisados distintivos, la Guardia que representa su principal apuesta para revertir los índices de inseguridad en el país, más allá de si lo logrará en 6 meses, como se comprometió de manera poco realista, según analistas y especialistas en el tema, o si será en un año cuando comiencen a disminuir los niveles delictivos como días después lo corrigió su secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, en el Senado.

Y mientras, algunos sectores de la oposición cuestionaban el arranque apresurado e improvisado de la Guardia, aún antes de que el Congreso analice y apruebe las tres leyes secundarias que regirán su funcionamiento y cuyas iniciativas apenas presentó el 11 de abril pasado el Ejecutivo, lo cierto es que la urgencia y el reclamo de seguridad de la población es real y por eso el presidente no quiso esperar a las leyes secundarias, aduciendo que el inicio de funciones es constitucional y que se basa en el segundo transitorio de la reforma a la Carta Magna que le permite regirse por la Ley de la Policía Federal y asumir sus funciones mientras se aprueban las leyes reglamentarias, según explicó Durazo ante los cuestionamientos de la oposición.

Así que, improvisada y aún con una imagen totalmente militarizada, la Guardia Nacional y sus agentes ya están en las calles y empezarán a aparecer en estados y ciudades donde lo ordene, por cuestiones de urgencia, el presidente. Y mientras, internamente, el secretario de la Defensa, Luis Cresencio Sandoval, autorizó en un memorándum “urgente”, fechado el 17 de abril y con el número 46174 y dirigido a las áreas de Recursos Humanos y de la Policía Militar de las Fuerzas armadas, “la homologación de grados (militares) y el empleo de insignias con símbolos mayas” para distinguir jerárquicamente a los integrantes de la Guardia Nacional.

Y según la “gráfica oficial”, anexa al documento firmado por el titular de la Sedena, del que esta columna tiene copia, las jerarquías en la Guardia, que portarán en las sobrehombreras sus agentes, oficiales, inspectores y comisarios, serán basados en los números “sagrados” de los mayas. Un triángulo equilátero, figura geométrica con implicaciones de equilibrio, divinidad y otros conceptos esotéricos, será el símbolo gráfico de la Guardia Nacional. Un subagente llevará de insignia un triángulo y el número 1 maya, que es un punto; un agente el triángulo con dos punto (2 maya); un agente mayor de la Guardia Nacional, triángulo y tres puntos arriba o 3 maya; el suboficial un triángulo con barra horizontal arriba, número 5 maya; un oficial el triángulo y el número 6 maya; el segundo subinspector, triángulo y número 7 maya; y el primer subinspector, triángulo, barra y tres puntos, numero 8 maya; el inspector, triángulo, dos barras horizontles y un punto, 11 maya; inspector jefe, triángulo con el 12 maya; e inspector general, triángulo y 13 maya. Sobre los mandos directivos, el comisario llevará un águila maya de perfil y con las alas extendidas con el número 1 maya; el comisario jefe, la misma águila con el 2 maya; y el comisario general, igual pero con el 3 maya.

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