La primera vez que vi a Mae Martin fue un poco gracias a mi indecisión sobre los contenidos de Netflix. En el especial de Comediantes del mundo hay un episodio presentado por ella. Sin duda es una persona que llama la atención. Como le dicen en alguna ocasión ficcionada: tiene 30 años, pero parece de 12. Usando el lenguaje normalizado, podría decir que ella es una comediante, es de origen canadiense pero asentada en el Reino Unido. Su comedia se basa mucho en su identidad sexual, su género y las experiencias que ha vivido relacionadas con el abuso de sustancias y las relaciones amorosas un poco complicadas. En pocas palabras: es humor puramente honesto.

Hasta hace poco me enteré de que Netflix estrenaría la segunda temporada de la serie Feel good (que además cuenta con la presencia de Lisa Kudrow). ¡O sea que me perdí por completo la noticia de que había una primera! No lo dudé y me fui al menú de búsqueda para agregarla a mi lista. En dos días vi las dos temporadas, porque tristemente solo tienen seis episodios de menos de treinta minutos cada una. Spoiler: te quedas con ganas de más.

Se trata de una producción británica (con su característico humor negro), que relata a manera de ficción las situaciones verídicas que ha tenido que pasar esta pequeña y simpática humorista de aspecto andrógino, sentimientos frágiles y una curiosa adicción a la autodestrucción. Todo parece comenzar en el escenario de un club de comedia cualquiera en Inglaterra, pero conforme avanza la trama, vemos que el origen está mucho más atrás. En esa ocasión, se plantea sus dudas acerca de hablar de sus desastres existenciales, cuando lo que no esperaba ocurre: la chica que le llamaba la atención finalmente se atreve a hablarle. Como nada puede empezar tan bien y seguir así, en adelante tendrán que lidiar con salidas del armario, prejuicios por parte de los círculos cercanos, su extraña relación con sus padres, y lo que más ha marcado su vida: el abuso de sustancias adictivas.

En un esfuerzo por formar una relación sana, Mae y George (su novia) emprenderán un camino a ratos tortuoso que las hará crecer como individuos y como pareja. Mientras tanto, Mae deberá enfrentarse constantemente con viejas tentaciones, amigos que al perecer no lo son tanto, y un pasado muy borroso que le está costando su salud física y mental.

La serie aborda de una manera genial temas sumamente profundos que van desde la identidad sexual y su falta de aceptación, pasa por la identidad de género que la misma protagonista se plantea (sí, muchas personas no tienen fácil sobre si son o no son binarias), la extraña necesidad impuesta por la sociedad de “identificarse” públicamente, que termina en autoimponerse más etiquetas (“cisgénero”, “poliamoroso”, “heterosexual”) en vez simplemente ser “yo”.

Como una montaña rusa, la serie nos va llevando cada vez a un punto más interior de nosotros mismos. No hay diálogos que sobren, cada personaje cumple su función, unos más sutilmente que otros, y los golpes de realidad, afortunadamente, vienen acompañados de un punch line que nos hace la vida un poquito más llevadera. Es una propuesta audiovisual y narrativa muy recomendable para aproximarnos a otras formas de ser, sentir y expresar la identidad, sobre todo para gente del colectivo LGBT+, que requiere de referentes reales.

Cada vez hay más contenido LGBT+ en las distintas plataformas digitales y eso es bueno, porque en México es muy raro (por no decir inexistente) la presencia de referentes del colectivo que no perpetúen estereotipos dañinos como el “joto” o la “lesbiana machorra”. En Netflix, por ejemplo, están Un amor secreto, Si supieras, Elisa y Marcela, All in my family, Salir del armario, Los chicos de la banda. En HBO Go está Desobediencia, Mi nombre es Harvey Milk. En Amazon Prime están Yo soy Simón, Mariposas Verdes, Moonlight, etc. Al parecer, Clarovideo ha comprado los derechos de distribución de #Luimelia, producción original de Atresplayer Premium.

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