Los egos en los tiempos de la Cuarta Transformación están igual o peor que en el gobierno de Enrique Peña Nieto, cuando el excanciller Luis Videgaray y el exsecretario de Economía, Ildefonso Guajardo, se enfrentaron por el liderazgo en las negociaciones del T-MEC.

La escena de este lunes, previo al mensaje a medios que dio Jesús Seade, es de antología y retrata perfectamente cómo se terminó de renegociar el principal acuerdo comercial de México.

A un salón de la Embajada de México en Washington arribó el subsecretario para anunciar que “son tiempos agitados” y que es “la segunda celebración” en tres días. Luego le pidió a su jefa de Oficina, Olga Martínez Miranda –comunicóloga de formación y sin previa experiencia en asuntos internacionales– que le entregue el documento que va a leer.

En un claro desplante, que se viralizó el martes en las redes sociales, Martínez Miranda le dice a Seade que mejor “se baja” (del estrado), porque está ahí el jefe de prensa de la embajadora Martha BárcenaVíctor Arriaga. Y así, sin mayor explicación, el subsecretario de Relaciones Exteriores para América del Norte se queda sin su computadora y con cara de desconcierto, frente a la prensa internacional.

Es probable que el berrinche le cueste el trabajo a la funcionaria de la Secretaría de Relaciones Exteriores, pero más allá de eso, evidencia las rupturas que hay al interior de la Cancillería. La más clara es la que existe entre el secretario Marcelo Ebrard y la embajadora Bárcena, la cual se ha traspasado al subsecretario Seade e incluso llegó a su subalterna, Olga Martínez, quien como se evidenció en el video no puede ver ni en pintura al vocero de la Embajada.

Además de un tema de egos, de fondo hay una disputa por la política exterior del nuevo gobierno.
Ebrard llegó al cargo de secretario de Relaciones Exteriores sin haber tenido experiencia previa, y como en su momento Videgaray, también llegó “a aprender”. El problema, dicen, es que más que ‘aprender’ ha llegado a imponer una política que no funciona con un gobierno tan impredecible y voluble como el de Donald Trump. 

De hecho, fuentes del Servicio Exterior Mexicano coinciden en que los ‘goles’ que le ha metido Estados Unidos a México el último año, tales como la aplicación de aranceles, el que se haya convertido, en la práctica, en un tercer país seguro, y la orden de contener la migración de centroamericanos, así como la desventajosa posición en la que nos pusieron demócratas y republicanos en la recta final de la ratificación del T-MEC, tiene que ver con la falta de experiencia y cabildeo de los funcionarios mexicanos –incluido el presidente Andrés Manuel López Obrador– en Estados Unidos.

AMLO y Trump han tenido una serie de llamadas, pero nunca se han reunido personalmente y probablemente no lo harán en mucho tiempo. La estrecha relación que construyó Videgaray con Jared Kushner, nadie la logró mantener. Tanto así que, en marzo pasado, cuando el yerno y asesor de Donald Trump viajó a México para dar un ultimátum sobre el problema de la migración, Marcelo Ebrard ni siquiera había sido enterado. La invitación le llegó por parte del Presidente.

Todo este contexto explica por qué Ebrard decidió que Seade negociara solo los últimos detalles del T-MEC, tras excluir a funcionarios clave de la Secretaría de Economía, que encabeza Graciela Márquez, la Sagarpa, de Víctor Villalobos, y el Cuarto de Junto, donde están los expertos de todas las industria involucradas y los empresarios.

El llanero solitario en el que se convirtió Seade, y su exceso de confianza hacia el representante comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer –a quien ya no volvió a llamar de cariño ‘Bob’–, culminó con una serie de acuerdos de último momento, como los agregados-supervisores laborales y el endurecimiento de las reglas de origen del acero y el aluminio para la industria automotriz. 
Así que México pagó caro los egos y la desunión dentro de la Cancillería.

Posdata 1

Esta historia es un tanto similar a la del gobierno anterior. En la recta final de las negociaciones (agosto de 2018), Ildefonso Guajardo reveló a medios estadounidenses que estaba a unas cuantas horas de lograr un acuerdo final, lo que extrañó a empresarios y al propio Videgaray, quien viajó de inmediato a Washington, seguido de Jesús Seade.

La molestia de Videgaray fue porque consideraba que Guajardo había tomado un “protagonismo excesivo” en la renegociación del Tratado y no había consultado con él algunos temas importantes.  
Tanto así que Videgaray agradeció más a Jesús Seade, enviado del gobierno de transición,  su apoyo para la firma del T-MEC que al propio Guajardo.

Una lástima que no hayan aprendido de los errores del pasado.

Posdata 2

Tras haber sido aprobado este martes en el Comité de Medios y Procedimientos de Estados Unidos, el T-MEC se enviará al pleno de la Cámara de Representantes para su votación este jueves. Y se prevé que sea discutido en febrero por el Senado, luego de que se haya definido si procede o no el juicio político a Donald Trump.

Jefe de AT&T con AMLO

Y hablando de empresas y empresarios estadounidenses, ayer se reunió el presidente López Obrador con el director ejecutivo de AT&T, Randall Stephenson, coincidentemente después del cierre de la ratificación del T-MEC.

A la empresa estadounidense le urge que el Instituto Federal de Telecomunicaciones, que encabeza Gabriel Contreras, endurezca y haga cumplir las regulaciones a América Móvil, de Carlos Slim, para poder invertir más en el país y ayudar a conectar a las regiones a las que el Presidente prometió llevar internet.

Un grupo de inversionistas de AT&T ya le ha pedido a Stephenson que salga de México si no genera la suficiente rentabilidad, por lo que busca que se regule más al magnate Carlos Slim y a su emporio de telecomunicaciones, pues está en juego su permanencia en el país.
 

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