No es claro lo que el gobierno mexicano tendría que hacer para evitarse el castigo anunciado para el próximo lunes 10 de junio. Ayer urgió el vicepresidente Mike Pence para que México propusiera medidas tangibles frente a la crecida migratoria proveniente de Centroamérica. El problema es que su país no ha puesto sobre la mesa una petición igual de tangible, frente a la cual negociar.

Es infantil suponer que el flujo migratorio puede cerrarse de la noche a la mañana, sobre todo cuando las razones que lo provocan están lejos de resolverse. Así que, ha de ser otra cosa la que en realidad quiere Donald Trump.

El presidente de los Estados Unidos es, sobre todo, un gesticulador. Pega de gritos, saca la lengua, escupe al adversario y, una vez que obtiene toda su atención, entonces fija su demanda.

El problema para México es que, hasta el día de ayer, la crisis entre los dos países se hallaba todavía en la primera fase: la incertidumbre del gesto grandilocuente, sin exigencia puntual.

De su lado, el nuevo gobierno mexicano está pagando el impuesto de su ingenuidad. Supuso el presidente Andrés Manuel López Obrador que, presentando un plan de desarrollo para Centroamérica, elaborado por la Cepal, podría domesticarse la rabia antimigrante que permea la política de la Casa Blanca.

No es coincidencia que la amenaza de montar una escalera arancelaria contra México se haya dado una semana después de que el canciller, Marcelo Ebrard, acudió a Washington para exponer ese plan de desarrollo.

La respuesta del gesticulador fue implacable: se requieren acciones y no palabras, dijo Trump. Para la Casa Blanca ese plan es retórico y no implica una solución ante la emergencia migratoria.

El magnate arrancará en breve su carrera hacia la reelección y, dada su base electoral, no puede hacerlo con la evidencia de una política migratoria fracasada. Si bien la propuesta de Andrés Manuel López Obrador, sobre el plan de desarrollo para Centroamérica, pudiera dar resultado en el mediano plazo, la política de la Casa Blanca está fincada en el corto plazo y por tanto le urge mostrar resultados.

Los números acompañan al discurso de Trump: la cifra de personas detenidas por cruzar de manera ilegal la frontera de los Estados Unidos se potenció, en un solo mes (abril-mayo) en un 32 por ciento.

Este dato se conoce porque refiere a los arrestos efectivos celebrados por la patrulla fronteriza; no considera sin embargo a las personas migrantes que hayan logrado eludir a la autoridad.

A este ritmo, de aquí a diciembre podrían sumarse más de 800 mil personas migrantes arrestadas y, siendo conservadores, otro tanto de individuos que lograron ingresar.

En este contexto, lo que Pence querría decir con medidas tangibles –en clave del gesticulador– es probablemente un despliegue de fuerza policial y militar en la frontera con Guatemala para disuadir a las caravanas de familias que todos los días se preparan para cruzar el Suchiate.

También que los demandantes de asilo a los Estados Unidos permanezcan en México, mientras se tramita su solicitud. Es decir, que nuestro país sea territorio de tránsito seguro para quienes vienen huyendo de la violencia en su país.

Otra demanda tangible sería que el gobierno mexicano impida la llegada de las caravanas migrantes a nuestra frontera norte. Que detenga el flujo a medio camino.

Gestos, gestos grandilocuentes que sean útiles para la campaña electoral de Trump: ese parece ser el elemento tangible que se está exigiendo a México. Imágenes que puedan transmitirse por Fox News para consumo exclusivo de los votantes del trumpismo.

¿Puede el gobierno mexicano conceder la fabricación de alguno de estos gestos? Esta es la pregunta más complicada del día.

Zoom: con todo, la reunión que ayer sostuvieron Mike Pence y Marcelo Ebrard fue cordial en el tono y también en los guiños. Dadas las actuales circunstancias, podría incluso calificarse de un encuentro entre gente amable y que se respeta. Al parecer, el gesticulador está entrando en la segunda fase de su actuación. En breve sabremos qué quiere, en realidad, y hasta dónde podemos conceder.


@ricardomraphael

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