En su segunda gira por la reelección el presidente Donald Trump llegó ayer a la frontera con México y desde Yuma, Arizona, presumió los avances de su “poderoso y hermoso” muro fronterizo. Volvió a agradecerle al presidente López Obrador, al que se refirió como un “buen tipo”, que le cuide con hasta 28 mil soldados mexicanos la frontera con Guatemala “asegurándose que no crucen” los centroamericanos. Y contra lo dicho en Palacio Nacional, de que no hay aún nada definido ni seguro, Trump dio por un hecho que el mandatario mexicano “va a venir muy pronto a Washington, a la Casa Blanca”.

Es la primera vez que el presidente de Estados Unidos se refiere al que sería su primer encuentro personal y oficial con López Obrador y lo hace justo el mismo día que el canciller Marcelo Ebrard declaraba por la mañana que “hasta el día de hoy no se tiene nada establecido” sobre el posible viaje del presidente de México a la capital estadounidense para la puesta en marcha oficial del nuevo Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá, el T-MEC. “Quiero agradecer al presidente de México, es un realmente un buen tipo. Y creo que vendrá muy pronto a Washington, a la Casa Blanca”.

Pero la euforia con la que Trump celebraba la posible visita de López Obrador, a quien le reconoce haber disminuido hasta 97% los cruces de centroamericanos por la frontera sur mexicana con el uso del Ejército y la Guardia Nacional, no es compartida del lado mexicano. Apenas el 10 de junio pasado, el presidente mexicano dijo que veía muy difícil ir a encontrarse con Trump: “Lo del tratado que empieza el primero de julio, pero como están las cosas, está en veremos y lo que sí es que vamos a buscar una comunicación, puede ser por teléfono, aunque es muy difícil ya lo del viaje; no lo descarto pero sí se da el encuentro con el primer ministro de Canadá y con el presidente de los Estados Unidos, será con los cuidados sanitarios básicos”.

Por lo pronto, en espera de saber si se produce el tan pospuesto primer encuentro, Trump y López Obrador vuelven a coincidir en algo, en medio de la tersa y supeditada relación que mantienen desde el 1 de diciembre de 2018 y en la que la sumisión siempre ha sido del presidente mexicano y órdenes y la ganancia política ha sido toda para el inquilino de la Casa Blanca. La nueva coincidencia es que tanto Donald Trump como Andrés Manuel ya no quieren saber nada del coronavirus, al que cada vez evitan más en sus discursos, y ambos están en abierta campaña, el de Washington en busca de la reelección y el tabasqueño tratando de impedir que la oposición le arrebate la mayoría de la Cámara de Diputados y de gubernaturas en 2021.

Tanto en Estados Unidos como en México, los contagios por el coronavirus siguen repuntando, al igual que las muertes de pacientes enfermos por Covid-19 y a pesar de que los dos países son hoy, junto con Brasil, el epicentro de la pandemia mundial, ni el inquilino de la Casa Blanca ni el de Palacio Nacional se muestran ya preocupados y mucho menos ocupados por la gravedad del problema, además de que ninguno de los dos asume la responsabilidad de un manejo errático y de decisiones tardías de sus gobiernos que se combinó con un discurso irresponsable y frívolo por parte de los dos presidentes que minimizaron y desestimaron la gravedad de la pandemia.

Para Trump su campaña arranca en franca desventaja, con cerca de 14 puntos abajo en las encuestas que encabeza el candidato demócrata Joe Biden; para López Obrador la profunda recesión de la economía por la crisis del coronavirus, el incremento del desempleo y la inseguridad y violencia del narcotráfico y los feminicidios que siguen aumentando, constituyen un clarísimo handicap en contra que el mandatario nacional quiere remontar lanzando una agresiva campaña de polarización y contraste contra sus opositores, a los que descalifica y sataniza por querer aliarse en su contra (porque sabe que una gran alianza de oposición le ganaría las elecciones), mientras desacredita anticipadamente a los órganos electorales como el INE y advierte del riesgo de un “fraude” en su contra.

Sería más que interesante ver la fotografía de estos dos personajes juntos, si es que en algún momento coinciden físicamente, porque en sus posiciones y estilos de gobernar —aunque se digan ideológicamente opuestos y de orígenes muy distintos— cada vez son más las coincidencias: los dos saldrán más que desgastados y dañados de la crisis del coronavirus; ambos mantienen firme y fuerte su base política y electoral pero han perdido popularidad y simpatías en amplios sectores de sus sociedades y lo mismo Trump que López Obrador hoy se ven algo desesperados porque se sienten amenazados por una elección, el primero en noviembre y el segundo en julio de 2021, de la que depende la continuidad de su proyecto de gobierno y su supervivencia política.

NOTAS INDISCRETAS…

En la cacería contra empresas factureras y aquellos contribuyentes que las utilizaron para evadir el pago de impuestos, el SAT va con todo y contra todos. Aunque en la primera parte de la estrategia cuyo primer paquete se anunció ayer en Palacio solo mencionan a las compañías que simulaban pagos y operaciones ofreciendo facturación falsa, en las investigaciones conjuntas del SAT, la Procuraduría Federal del Contribuyente y la Unidad de Inteligencia Financiera no sólo hay nombres de los empresarios que manejaban las factureras, sino también de ex funcionarios del SAT del sexenio pasado que también están siendo investigados por permitir y validar la simulación de las estrategias fiscales. Con información que les están dando las propias empresas que simulaban operaciones, hay varios directivos y funcionarios de los equipos de Luis Videgaray, José Antonio Meade y José Antonio González Anaya que podrían ser también llamados a cuentas o denunciados por el SAT.

Por lo demás, dicen en Hacienda, el tema alcanza a todos: alcaldes, gobernadores, empresas y hasta uno que otro comunicador…Ayer, cuando ya habían pasado casi 20 minutos del sismo de 7.5 grados, el secretario de Seguridad apareció en Palacio Nacional con cubrebocas y acompañado de un séquito; se dirigía a ver al Presidente cuando lo interceptaron los reporteros. “Secretario ¿tienen información?”, le preguntó una periodista. “Bueno, podemos informar que la alarma sonó oportunamente con toda anticipación. Una información preliminar nos habla del epicentro en Acapulco, aquí está, estamos esperando en este momento la primera información sobre la fuerza…espérenme un segundito a ver si ya recibí la información”, decía Durazo mientras buscaba información en su celular.

“Estaban ahorita en reunión, secretario?” “Estábamos en una reunión de seguridad sobre Sonora, pero me están informando en una información preliminar –decía leyendo en su teléfono— sismo de magnitud 7.1 localizado a 12 kilómetros al sureste de Crucecita, Oaxaca, esa es la información que tenemos en este momento ahorita podrán tomar aquí alguna imagen…espérenme está un poquito lenta la señal…estamos ya ahorita a través de los sistemas estatales y municipales de protección civil y la colaboración de estados y municipios, que en este caso es imprescindible, haciendo las revisiones…sismo percibido de forma moderada, fuerte en algunas regiones, sin afectaciones por lo menos en el estado de Guerrero”.

Con todo y su clara desinformación, Durazo apareció unos minutos después al lado del presidente López Obrador y del secretario de la Defensa mientras el mandatario hablaba por teléfono con el coordinador nacional de Protección Civil, David León, para recibir el primer reporte oficial de los daños del sismo. ¿Pues en qué andaba el responsable de la seguridad nacional que ni sabía del epicentro del temblor, pensando en Sonora?...Se agitan los dados. Otra escalera.

Google News