Admirable manera de desviar la atención. Primero, intentando masacrar a toda la prensa mexicana —por parte del entrenador— y menos de 24 horas después, lanzando una acusación contra un periodista, por parte de los jugadores.

Cruz Azul se devaluó en su imagen pública, en dos días, de manera más considerable que en los pasados 21 años, tiempo en que no ha conseguido un título de liga. El video que subieron a sus redes sociales, producido estilo Club de Cuervos, demuestra la inestabilidad intelectual que siguen viviendo en crisis deportivas. Nada tiene que ver en señalar a un reportero con lo que ha pasado en el campeonato, como nada tiene que ver mostrar una encuesta sobre Fake News, como lo hizo el director técnico.

Alguien debe controlar esto. Ahora sí es fundamental la presencia de Guillermo Álvarez, porque —de lo contrario— seguirán dando la imagen de que en esta institución cada quien hace lo que se le pega la gana, sin medir las consecuencias, ni mucho menos el deterioro de un equipo que parece destinado a vivir en la amargura.

Los solidarios aficionados cementeros, los mismos que han soportado dos décadas sin un título de liga, se convierten —a su vez— en los defensores de lo indefendible. No se han dado cuenta que lo último que importa en este equipo son sus aficionados, porque han sido tantos y tantos torneos sin levantar una copa y ahí siguen. Insisto, esto parece importarle poco a la gerencia del club.

Definitivamente, el departamento encargado de plataformas digitales falló, como lo hizo la directiva, y el equipo en el campo. Vamos por partes. Los directivos, porque al no saber que su entrenador iba a tener los ridículos datos de la conferencia del lunes, fallan al no tener comunicación con alguien que los puede poner en jaque como institución; claro que de lo contrario, es decir, si sabían lo de las mafufas gráficas que presentaría, entonces son cómplices, aunque se sabe que no fue así.

Falla el encargado de redes sociales y plataformas digitales, porque ordenar que se suba un video con ese contenido es simplemente una insensatez, un reto innecesario y un intento de coartar la libertad de expresión. Seguro, Robin Álvarez —hijo del presidente del club y encargado de ese despacho— no midió esa simple consecuencia. Alguien de su equipo lo cruzó.

Pero también fallan los futbolistas, al prestarse a ese numerito, porque si no ganan el campeonato de liga, despedirán a quien tanto defienden de “dientes para afuera”.

Hoy, Cruz Azul vive una de sus peores crisis de indentidad en los últimos años y vaya que han acumulado fracasos, que siempre intentan despejar y olvidar de inmediato, pero de eso a afirmar que el 43 por ciento de las notas de los medios de comunicación son falsas y que sus futbolistas se formen en posición de Haka Maori en plan de intimidación, la verdad es que no es más que hacer el ridículo.

@gvlo2008

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