Ayer estuve en la Cámara de Diputados. Fui invitado por la Junta de Coordinación Política a participar en una serie de foros públicos sobre la Guardia Nacional. Estas son mis impresiones:

1. En la sesión que me tocó, participamos diez panelistas. No hubo uno solo que defendiera el proyecto. Es más, ninguno le encontró virtudes a la idea. No sé si esa alineación haya sido una maniobra deliberada de la mayoría morenista, una suerte de vacuna ante posibles cuestionamientos de no haber escuchado voces críticas. Eso, o de plano no pudieron dar con alguien medianamente conocido en el sector y dispuesto a arriesgar su prestigio en una defensa pública de la Guardia Nacional.

2. En términos muy esquemáticos, las críticas de los académicos y activistas tuvieron dos ejes centrales. Uno es metodológico: se está tomando una decisión fundamental para el futuro del país sin mayor evidencia. Otro es sustantivo: la creación de la Guardia Nacional implica una alteración de fondo del régimen constitucional al modificar el equilibrio entre civiles y militares a favor de estos últimos. Comparto ambas críticas.

3. La coalición gobernante no está cohesionada en torno al proyecto clave del gobierno de Andrés Manuel López Obrador en materia de seguridad. Varios legisladores de Morena, empezando con Tatiana Clouthier, manifestaron sus dudas ante el dictamen. Al parecer, el asunto más contencioso es la determinación de ubicar “transitoriamente” a la Guardia Nacional en la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena). Algunas de las defensas más vehementes a la propuesta provinieron más del PT y el PES que de Morena.

4. Al parecer, nadie en el gobierno o en el grupo mayoritario del Congreso se ha tomado la molestia de armar algunas líneas argumentativas a favor de la Guardia Nacional. Ningún diputado o senador de Morena, el PT o el PES pudo articular una explicación medianamente coherente de las razones para empujar un proyecto de esta naturaleza. Básicamente, su defensa tenía dos partes: 1) hay que hacer algo, esto es algo, hay que hacer esto, y 2) confiamos en López Obrador y podemos por tanto obviar los riesgos de entregar la seguridad pública a los militares.

5. La oposición tampoco parece tener muy clara su estrategia. Algunos legisladores (sobre todo panistas) parecen tener como meta derrotar por completo el dictamen y reenviar la discusión a comisiones. Otros parecerían conformes con la posibilidad de negociar algunos cambios al texto propuesto, aún si mantiene el proyecto a grandes rasgos.

6. Algunos legisladores tienen creencias extrañas. Un diputado afirmó, acudiendo a Dios sabe qué fuentes, que Acapulco se había pacificado en las últimas semanas, que las ejecuciones se habían ido a cero y que eso debería servir de modelo para el resto del país. Como dato, ocho personas fueron asesinadas en esa ciudad el domingo pasado. Otro diputado señaló que los militares solo obedecen órdenes de los civiles y que López Obrador nunca les daría la orden de reprimir al pueblo. Entonces no hay nada que temer.

7. ¿Es posible que la Guardia Nacional no sea aprobada por el Congreso? No lo sé. Hablé con algunos legisladores de oposición a la salida y no se mostraron optimistas. Me dijeron que, con toda probabilidad, los operadores de Morena ya tienen (casi) amarrados suficientes votos para lograr la aprobación en la Cámara de Diputados. En todo caso, según esas versiones, sería posible parar el proyecto en el Senado, pero eso va a depender en buena medida de la posición que asuma el PRI.

8. A todo esto, ¿qué dije en el foro? Muchas cosas que ya he venido diciendo en estas páginas. Pueden leer mi intervención aquí: .

Nos leemos el lunes.

 

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@ahope71

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