Aunque se inventaron como una ayuda para dejar de fumar, utilizar los cigarros electrónicosvapeadores o “vapers”, se han convertido en una práctica cada vez más común entre los jóvenes y también más peligrosa, puesto que puede ocasionar enfermedades como la pulmonía, alertaron científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

El problema con esta práctica es que, más allá de ayudar a dejar de fumar, genera un nuevo tipo de adicción con sus respectivos riesgos, alertó la investigadora Guadalupe Ponciano Rodríguez, directora del Programa de Investigación y Prevención del Tabaquismo de la Facultad de Medicina.

“Tanto las sustancias del líquido de vapeo como las que se añaden afectan el aparato respiratorio, incluso pueden ocasionar la muerte. Por eso, la Organización Mundial de la Salud expuso la necesidad de prohibir todos los sistemas electrónicos de administración de nicotina”, explicó.

Según el estudio Factores asociados a la frecuencia de uso de los cigarros electrónicos en estudiantes de secundaria de México, del Instituto Nacional de Salud Pública, en el país más de 5 millones de mexicanos de entre 12 y 65 años de edad han consumido cigarros electrónicos, lo que representa 5.9% de la población adolescente o adulta.

En la actualidad, 975 mil personas utilizan el cigarrillo electrónico; su consumo es mayor en los hombres (1.6%) en comparación con las mujeres (0.7%). El 19% de los fumadores actuales de tabaco han experimentado alguna vez el uso del cigarro electrónico en comparación a 3.2% de los no fumadores, y 6.2% de las mujeres fumadoras y el 4.2% de los hombres fumadores lo consumen en la actualidad.

El estudio, que entrevistó a estudiantes de 57 secundarias públicas en la Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey, encontró que 10% de los adolescentes que vapean empezaron a los 12 años. Además, 4% de ellos comentaron haber consumido en forma exclusiva cigarro electrónico, es decir, no han probado otros productos de tabaco.

La Secretaría de Salud alertó que así como los saborizantes en los cigarros normales atraen a los jóvenes no fumadores, el uso de sabores dulces parece estar relacionado con el consumo de cigarros electrónicos. Los que usaron estos últimos dijeron haberlo probado con sabor frutal (40%), sin sabor añadido (21%) y con mentol (13%).

“Experimentar cigarro electrónico se asoció con ser hombre, percibir que los cigarros electrónicos son más seguros que los convencionales, tener acceso a internet en su cuarto y la exposición a publicidad en internet”.

De hecho, en septiembre de 2019 el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) hizo un llamado a los consumidores de cigarrillos electrónicos a buscar atención médica de manera urgente si presentaban síntomas como falta de aire progresiva con tos o incluso fiebre, como una medida para prevenir y evitar riesgos en la salud luego de que se registraron en Estados Unidos seis muertes relacionadas con su consumo.

“Los riesgos a la salud pública emanan primordialmente del esperado incremento en adictos a la nicotina, que pueden pasar a fumar cigarrillos normales en forma única o combinada; sin embargo, también están aquellos generados por los efectos irritantes en el pulmón, aunados a los debidos al mal funcionamiento de las baterías y al calentamiento del dispositivo”, advirtió la dependencia.

Se le llama “vapeo” a la práctica de inhalar sustancias químicas vaporizadas a través de dispositivos que funcionan con calor, pero no generan humo, como los cigarrillos electrónicos.

En un principio, estos dispositivos se promocionaron como una alternativa más saludable al tabaco, e incluso como una ayuda para dejar de fumar porque permitían satisfacer la adicción a la nicotina pero sin entrar en contacto con el humo y las sustancias dañinas del cigarro.

Los cigarrillos electrónicos utilizan una batería para calentar y vaporizar una solución llamada “líquido de vapeo”, y algunos de sus componentes químicos son el propilenglicol, el etilenglicol y la glicerina.

Se ofrecen con colorantes, saborizantes y concentración de nicotina: algunas soluciones líquidas tienen hasta 36 miligramos por decilitro y otras presentan una concentración muy baja.

Aunque la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) ha prohibido su comercialización, siguen usándose en todo el país, especialmente entre los jóvenes, con una frecuencia cada vez mayor, alertó la científica universitaria. El otro problema es que su consumo se ha popularizado entre adolescentes por la facilidad para adquirir estos sistemas a través de internet.

Las personas y empresas que están a favor y promueven el vapeo afirman que es menos riesgoso que fumar cigarrillos de tabaco.

Sin embargo, vapear es todavía más peligroso que fumar puesto que las enfermedades que ocasiona el cigarrillo de tabaco, como enfisema cáncer de pulmón, aparecen luego de una exposición crónica al humo de tabaco, mientras que los efectos del vapeo son agudos e inmediatos.

“El cigarrillo de tabaco es como una bomba atómica, y el electrónico como una granada de mano: los dos te matan, en un sentido figurado y literal, pues, de acuerdo con reportes en publicaciones de medicina de prestigio, como la Revista de Medicina de Nueva Inglaterra, ya han estallado cigarrillos electrónicos de tercera generación, causando daños como fractura de mandíbula y pérdida de falanges”, dijo.

El problema en México es que si bien está prohibido comercializar los vapeadores, sí está permitido importarlos de otros países, lo que representa un vacío legal que ha permitido que el mercado y su comercialización, principalmente a través de internet, se amplíen.

Por ejemplo, la Dirección General de Epidemiología de la Secretaría de Salud emitió una alerta epidemiológica en la que solicita a los médicos reportar al Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica los casos de neumonía ocasionada por vapeo.

En la actualidad, hay una discusión entre las organizaciones de combate al tabaquismo y las que promueven el vapeo. Las primeras, como Salud Justa MX, demandan que la regulación de estos productos sea la misma que los demás productos de tabaco, y que, si se van a comercializar, a las empresas se les hagan exigencias adicionales por la peligrosidad que representan los vapers, dado que su uso se puede modificar para consumir otras sustancias dañinas.

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