Mañana, domingo 10 de abril, deberíamos vivir una emocionante jornada democrática, pero no va a suceder así.

Eso hubiera sido lo deseable, porque ese era el anhelo democrático de mucha gente, luego de tantos años de lucha para que México contara con un instrumento ciudadano de revocación de mandato .

Así que mañana deberíamos estar todos contentos por experimentar la primera jornada nacional de eso que llaman democracia participativa, o democracia directa, o como usted guste llamarle a esa especie de referéndum o plebiscito que tendremos, pero la clase política mexicana, con sus incesantes pleitos, con sus incontables deslealtades, se encargó, una vez más, de destazar los sueños de gozar una democracia vivificante.

¿Por dónde empiezo el muro de lasmentaciones, que no de las lamentaciones?

Por la Presidencia de la República y las perogrulladas que ni siquiera deberían ser tema de debate.

La ley es la ley. Y se respeta. O debería ser respetada. Pero no, en este país macho ser hombre, bien hombre, es no respetar la ley, porque aquí yo hago lo que quiero. Patético. Con eso crecimos en el siglo XX. Terrible herencia que persiste porque hoy, ¿quién hace caso a la ley? A eso aspirábamos cuando padecíamos al autoritario régimen priista, a que se respetara la ley, porque veíamos que los gobernantes y demás poderosos hacían lo que se les daba la gana con esa abstracción que era “la ley”. La ley era para los opositores, para los críticos, para la clase media que no podía invertir fortunas en defensas legales que al final iban a ser infértiles en medio de sistemas de procuración e impartición de justicia absolutamente corrompidos.

El presidente Andrés Manuel López Obrador ha violado la ley en las últimas semanas, porque ha promovido el ejercicio de revocación de mandato y eso le está prohibido. Punto. Es la ley. Nadie puede promover esa votación, solo el INE. ¿No le gusta la ley al Presidente? A mí tampoco, se me hace oscurantista, restrictiva, propia de menores de edad incapaces de discernir, pero eso fue lo que aprobó Morena, su partido, y quienes votaron a favor de la legislación que regula tal ejercicio electoral.

Todo mundo debería poder hacer campaña a favor o en contra, como en otros países, como en Estados Unidos, y en ese mismo ejercicio de revocación de mandato deberíamos poder escoger entre los candidatos a sustituirlo, en caso de que AMLO fuera expulsado del poder (caso California en 2021, aunque ahí ganó el gobernador en funciones con 65% de los votos).

Ojalá que los partidos y partiduchos se pongan de acuerdo y por una vez hagan las modificaciones pertinentes para que no volvamos a padecer semejante sinsentido, pero por lo pronto el Secretario de Gobernación también violó la ley, porque usó recursos públicos para viajar y promover la jornada electoral.

La Jefa de Gobierno, sin el menor recato ni pudor, hizo lo mismo que Adán Augusto López , durante un mitin en el cual ella fue la oradora principal: violar la ley (por cierto, necesita coaching para que sus arengas suenen verosímiles, naturales, si pretende hacer campaña en 2024). ¿Esa es la imagen presidencial que quiere dar, la de una persona que no respeta ni la ley más inocua, la de una persona que ignora y amaga públicamente a la autoridad electoral a través de una especie de linchamiento en la plaza pública?

¿Y cuántos políticos y funcionarios y gobernadores hicieron lo mismo, como Mario Delgado , que totalmente fuera de sí amenazaba al INE en sus peroratas públicas?

¿Cuántas veces, durante cuántos años, en tiempos priistas y panistas, varios periodistas criticamos severamente los excesos e insolencias desde el poder, justo lo que hoy hace Morena?

Todo es absurdo. Este es el país del absurdo político porque, como si no bastara con las mujeres y hombres del poder violando la ley, ¿qué tal la estridencia de dos de los consejeros electorales, Lorenzo Córdova y Ciro Murayama? No le digo más: por favor escúchelos, lea sus arengas, véalos, y dígame si no tienen arrebatos protagónicos, pletóricos de adjetivos. Se han alejado tanto de la sobriedad que se requiere en una autoridad electoral ecuánime, que no abonan para nada a la serenidad del país: han caído en todas y cada una de las provocaciones, en todas.

¿Y qué tal los ex presidentes del instituto electoral llamando a no votar? Válgame.

Y la oposición llamando a no echar al Presidente , pidiendo que se quede en el poder. Habrase visto.

En fin, vaya a votar si quiere, no vaya a votar si no quiere, pero por favor, luego de las vacaciones, ya pasemos a otra cosa: cesemos la mediocridad política, que es una vergüenza, la verdad…

BAJO FONDO

Lo único relevante que queda por ver en el resultado de mañana es la participación ciudadana, porque la aprobación del Presidente ha venido al alza en las últimas semanas, de acuerdo a la medición diaria de Consulta Mitofsky, que lo sitúa encima del 61% (hace tres semanas estaba en 58%), así que es de prever que seis o siete de cada diez personas voten porque AMLO continúe en Palacio Nacional.

¿Qué tanto se movilizarán los gobiernos de Morena para que mucha gente acuda a las urnas? ¿Qué tanto les sirvió violar la ley en la materia? Creo que no mucho. Veo difícil, en pleno inicio de la vacación de Semana Santa, que haya una marabunta votadora. Quizá, en el mejor de los casos, acudan a las urnas unos diez millones de personas como máximo, que no serían nada despreciables, pero lo dudo. Veremos.

Y por el otro lado, ¿qué tanto desdén logró generar la oposición hacia el ejercicio? Creo que ahí la tenían ganada de antemano porque, salvo una sorpresa mayúscula de FRENA y los suyos que llamaron a votar, a poca gente le interesaba acudir a sufragar cuando las encuestas marcan que la victoria para AMLO será por paliza de 7-3, acaso de 6-4, lo que en términos electorales es goliza.

jp.becerra.acosta.m@gmail.com
Twitter: @jpbecerraacosta

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