Un grupo de profesores de la Universidad de Guadalajara (UdG) decidió suspender el examen profesional de dos alumnos de arquitectura, por considerar que no iban vestidos adecuadamente para la ocasión y su decisión encendió las redes sociales.

Hubo quienes los apoyaron, pero otros señalaron con dedo flamígero que hubo “discriminación” en la decisión de los docentes.

Personalmente no veo discriminación en la decisión que tomaron. Lo que veo es un amplio desconocimiento en materia de protocolo social. Les explico: Edith Cortelezzi, experta en ceremonial y protocolo, define el protocolo como “la regla ceremonial diplomática o para ceremonias oficiales, establecida por decreto o por costumbre”.

Esto significa que no todas las reglas que nos rigen están escritas, como argumentaron los afectados, al señalar que de acuerdo con los reglamentos internos de la casa de estudios como la Ley Orgánica, el Reglamento General de Titulación y el Estatuto Orgánico del CUAAD, no existe una norma específica de vestimenta para la realización de un examen profesional encaminado a la obtención de un título.

En una nota publicada en “El País”, uno de los alumnos afectados declara: “subí el video porque la experiencia me pegó bastante, no como un daño hacia mi persona sino por darme cuenta de una realidad que nos lastima mucho como sociedad” (…), todas esas construcciones sociales solo viven en la cabeza de quien las tiene, lo cual se respeta siempre y cuando no se quieran imponer a las demás personas”.

Permítanme decirlo claro: no coincido con su punto de vista. Las construcciones sociales viven en la cabeza de la gente y se imponen. Las construcciones sociales determinaron que su carrera durara cinco años y que debe cumplirse cierto número de créditos para graduarse y él aceptó esas reglas. Hay otras no escritas que también debe aceptar, si quiere vivir y sobrevivir en sociedad.

Los seres humanos vivimos de costumbres y protocolos que nos son impuestos. Usted tiene un protocolo al levantarse, es probable que tenga un protocolo para utilizar el baño en la mañana –quién se baña primero y quién al final- y en su trabajo también existe un protocolo.

Es verdad. Los protocolos cambian a través de los años. No son estáticos. Hay personas creativas que se distinguen por romper las reglas. Para ellos también hay un lugar en la sociedad, aunque al inicio son juzgados, pero son los responsables de muchos de los cambios sociales que hemos experimentado.

Pero quienes rompen las reglas no son amantes del silencio. Gustan de hacerse notar. Quizá hubieran llegado retando a la autoridad. Diciendo que para ellos unos jeans rotos, una playera y una gorra son los mejores identificadores de un arquitecto y que por eso iban vestidos así. Pero en esta historia no veo retadores.

Además, el traje en una ceremonia de titulación representa la investidura profesional que está a punto de recibir la persona. Dejará de ser un egresado para convertirse en un licenciado reconocido por la sociedad.

El traje en una ceremonia de graduación es similar a la toga que reciben los jueces o el alba y la casulla que reciben los sacerdotes en su ordenación. La ropa no solo sirve para protegerse del clima, "La ropa trasmite mensajes en la sociedad que van más allá de lo superficial, representando e incluso creando relaciones de poder entre la gente", de acuerdo a Yuet See Monica Owyong, experta en semiótica del vestido.

A un médico, por ejemplo, lo reconocemos por su bata blanca. Si no lleva bata es posible que no creamos que es doctor y que no confiemos en él.

Hay otras profesiones, que no tienen un especial código de vestimenta, para todas ellas, el traje –tanto para hombres como para mujeres- representa la investidura, aunque no lo diga ningún código universitario, aunque no lo digan los maestros en las aulas.

Una amiga me dijo que ella sí ve discriminación, porque está segura de que los docentes no hubiera actuado igual si quien presentara el examen fuera una persona indígena con vestimenta ceremonial. Disiento con ella, disiento otra vez. En un caso como el que ella plantea el asunto se trataría de qué protocolo es más importante. Que el alumno utilice su vestimenta tradicional para preservar sus costumbres o el protocolo de la universidad.

El ser humano se somete a los protocolos, porque garantizan la convivencia social. Nos quitamos los zapatos al entrar a una mezquita, aunque no creamos en Alá, porque respetamos las creencias de otros.

Los alumnos de la Universidad de Guadalajara debieron llevar traje, por respeto al protocolo universitario. Si ellos creen que los protocolos no deben imponerse lamento decirles que están creando otro protocolo y que también lo quieren imponer.

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