En la plancha de concreto donde están impresas las huellas de los sobrevivientes y de los familiares de las víctimas del Movimiento Estudiantil del 68, que lleva por título Monumento a la ausencia y es obra de la artista israelí Yael Bartana, hay un vacío, una ausencia colectiva de una masacre, pero también un grito de justicia que a 50 años de la masacre de estudiantes de Tlatelolco recuerda la violencia del México actual.

La obra que cubre casi en su totalidad el patio interior del Centro Cultural Universitario Tlatelolco, lo mismo que la Colección M68 Ciudadanías en Movimiento que reúne más de 100 objetos digitales provenientes de 47 archivos, confirman lo que es una verdad dolorosa, que hoy México es infinitamente más violento e infinitamente más injusto.

Esta pieza marcada por huellas de quienes fueron tocados por la violencia de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas, habla de la ausencia colectiva que permea a toda la sociedad. “Hoy esta ausencia también es un monumento a la gente, un homenaje a los sobrevivientes que pasaron el último medio siglo lamentando y luchando por la muerte y desaparición de sus compañeros”, señaló la artista Yael Bartan en un mensaje.

La presentación de Monumento a la ausencia y de la plataforma digital M68, que contiene documentos, fotografías, caricaturas, mantas, entrevistas, volantes, manuscritos y expedientes gubernamentales de los movimientos sociales más significativos desde 1968 a la fecha, y en la que colaboran varias instituciones, entre ellas EL UNIVERSAL, incluyó la declaratoria como patrimonio cultural intangible a Tlatelolco, ahora Sitio Emblemático de la Memoria Histórica de la Ciudad de México, que fue firmada por el jefe de gobierno de la Ciudad de México, José Ramón Amieva; el secretario de Cultura de la ciudad, Eduardo Vázquez; el rector de la UNAM, Enrique Graue, la directora del INBA, Lidia Camacho, y vecinos de Tlatelolco.

En la conmemoración de las víctimas del 2 de octubre, que cerró con una acción coreográfica masiva dirigida por la coreógrafa Evoé Sotelo, no faltaron los goyas de la UNAM y el huelum del IPN, pero sobre todo se escucharon los gritos de justicia y la exigencias del “2 de octubre no se olvida” y “ni perdón ni olvido”. Incluso hubo una demanda puntual de Severiano Sánchez, a nombre de todos los sobrevivientes del 68, quien dijo que “para los genocidas de Tlatelolco, para los asesinos de los muertos del movimiento, para los que desaparecieron los cuerpos en la guerra fría, a nuestros compañeros estudiantes que tomaron las armas y se fueron a la guerrilla, para los que nos masacraron el 10 de junio, no hay perdón y no olvidamos. ¡Justicia! Justicia es lo que pedimos. No queremos dinero, no queremos disculpas, no queremos monumentos, queremos justicia”.

El luchador del 68 aseguró que hoy el movimiento está vivo porque hay miles de jóvenes dispuestos a tomar las banderas del 68, que son las libertades democráticas, los derechos humanos, los derechos de la mujer, el derecho de pensar y de manifestarse, y sostuvo que aquí nadie se rinde.

La violencia actual con sus más de 170 mil muertos y los miles de desaparecidos, fue nombrada por varios de los participantes en la ceremonia conmemorativa que ayer se realizó en el CUU Tlatelolco. Incluso Jorge Volpi, director de Difusión Cultural de la UNAM, dijo que ninguno de los participantes del Movimiento Estudiantil del 68 podrían haber imaginado que el México del 2018 iba a ser un México infinitamente más violento que el suyo, y un México infinitamente también más injusto. “Si nos escandalizaban los imágenes de los tanques y los carros de combate en CU, en el Politécnico o en las calles, ahora este es el paisaje habitual de buena parte del país”, dijo el escritor.

También Ricardo Raphael, director del CCU Tlatelolco aseguró que hoy la mejor manera de conmemorar al movimiento del 68 es abrazar, como lo hicieron aquellos jóvenes, la Constitución, abrazar las constituciones, los derechos y las obligaciones. “Conjurar esas ausencias debe ser la manera como hoy conjuremos las violencias de nuestra época”, afirmó.

En su mensaje, Yael Bartana dijo que “la masacre permanece como un ejemplo atroz de la violencia de estado contra sus propios ciudadanos, incluyendo las desapariciones forzadas”; una idea reiterada por Jaime Rochín, comisionado de Atención a Víctimas; y Luis Raúl González, presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, quienes llamaron masacre a la noche del 2 de octubre.

Ese trabajo de recuperación de la memoria colectiva y de la memoria histórica está en proceso de construcción desde la Colección M68 Ciudadanías en movimiento, un proyecto universitario que involucra a muchísimas instituciones y que trabaja a favor de memoria y de la búsqueda de la verdad “porque es una herramienta indispensable para pensar el presente”, señaló Luis Vargas, curador de la plataforma que ya está en línea en .

En la ceremonia, el rector Enrique Graue; el jefe de gobierno, José Ramón Amieva, y el secretario de Cultura, Eduardo Vázquez, reconocieron la historia de Tlatelolco que desde ayer tiene la declaratoria de Sitio Emblemático de la Memoria Histórica de la Ciudad de México.

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