Cuarenta y dos años después de su descubrimiento, el sitio arqueológico Joya de Cerén en El Salvador es como una cápsula del tiempo que guarda hallazgos e información de la vida precolombina que se desarrolló en ese lugar y que se conservó, como en Pompeya, por una erupción volcánica.

La principal virtud de este sitio es el alto nivel de preservación, que ha permitido que las nuevas generaciones conozcan y entiendan cómo fue el desarrollo arquitectónico y agrícola de los habitantes en la Mesoamérica del siglo VII después de Cristo.

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Foto: EFE

"Joya de Cerén evidencia la vida cotidiana del período clásico tardío, los hallazgos están encapsulados en el tiempo" dijo a Acan-Efe Michelle Toledo, una arqueóloga salvadoreña que dirigió las más recientes excavaciones en el lugar.

Según Toledo, entre los nuevos descubrimientos están el "entierro con características ceremoniales de una persona", quien, de acuerdo a lo examinado, "no falleció a causa de la erupción".

"La posición de la osamenta encontrada indica que era una persona de baja estatura, quien estaba en postura fetal y cuyo cuerpo estaba rodeado de restos de obsidiana", material utilizado para fabricar puntas de lanza, navajas o flechas, señaló la experta.

Toledo indicó que el hallazgo "es una fosa prehispánica que nos da mayores indicios sobre un patrón de enterramiento, es posible que debajo de las estructuras ya descubiertas puedan haber más".

Además de la osamenta, se encontró huellas humanas y evidencia de surcos -zanjas- de cultivo, los cuales, según investigaciones anteriores, "podrían ser de maíz o yuca".

Un recorrido por el parque arqueológico es un viaje en el tiempo que nos remonta a cómo era el día a día de los antepasados que poblaron esas tierras.

En el lugar se observan sofisticadas construcciones elaboradas con adobe -barro- y bajareque -mezcla de paja y ramas- como viviendas, una casa de reunión, un centro ceremonial y un temascal (un espacio para baño a vapor).

"Creería que Joya de Cerén está presente desde el año 600 después de Cristo (...) mínimo vivieron unas tres generaciones en las que el promedio de vida era 35 años de edad", señaló la arqueóloga.

El parque arqueológico Joya de Cerén fue descubierto en 1976, "casualmente" durante unos trabajos de una empresa que construía silos, construcción diseñada para almacenar granos básicos.

Actualmente, el complejo cuenta con 18 pozos excavados de entre tres a cinco metros de profundidad; los análisis de los hallazgos se realizan por medio de radiocarbono -un método de datación radiométrica- en el caso de restos óseos para determinar edad, y levantamientos en 3D, un recurso que permite determinar cómo era una estructura.

Con el paso del tiempo la topografía del terreno ha cambiado "considerablemente" y luego de su descubrimiento, el Estado salvadoreño delimitó un área de protección; sin embargo, "no se descarta que en terrenos privados cerca del lugar puedan existir más vestigios de lo que fue la aldea sepultada", subrayó la arqueóloga.

Joya de Cerén, denominado "la Pompeya de América", está situado en las proximidades de las localidades de San Juan Opico y Las Flores, en el departamento de La Libertad (centro), el cual quedó sepultado por la ceniza generada tras la erupción del volcán Loma Caldera, entre los años 600 y 650 después de Cristo.

En 1993, el Sitio Arqueológico Joya de Cerén fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

El lugar es visitado por nacionales y extranjeros, y también ha captado el interés de diversas personalidad, como el exsecretario general de Naciones Unidas Ban Ki-moon, quien estuvo en el parque en 2015.

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