Las contradicciones del mundo actual, en el que conviven la inseguridad laboral que afecta a muchas personas con el populismo y un impreciso afán de cambio en términos políticos es el escenario en el que se puede analizar hoy el marxismo, de acuerdo con el historiador británico Gareth Stedman Jones.
Al cumplirse el bicentenario del nacimiento de Karl Marx y el 170 aniversario de la publicación de uno de sus textos fundamentales, El manifiesto comunista, Jones presenta una monumental biografía del filósofo alemán en la que trata de acercarlo al lector desde un prisma más humano.
En Karl Marx, ilusión y grandeza (Taurus), su autor propone, a lo largo de 888 densas páginas, la visión de un Marx "menos marxista" (en un sentido casi reverencialmente académico) y sí más humano, más cercano al entendimiento -y a las contradicciones- del público del siglo XXI.
Como señala Jones en entrevista con Efe: "en este estudio quería apartarme un poco del análisis del Marx rígido, típico del comunismo político; quería abandonar esa concepción, en plan estatua gigante, tipo Moisés, que siempre lo ha caracterizado, para presentar a un ser humano, con lo que ello comportaba".
Por ello, subraya Jones, es necesario considerar a Marx casi "como un socialdemócrata", un pensador que cree que el hecho revolucionario no es algo instantáneo y concreto, sino "un proceso continuo" que deber propiciar la transición del capitalismo a otro modo de producción diferente, "lo que se producirá a lo largo de dos o tres siglos".
Cuando Marx publica en 1867 el primer volumen de su obra cumbre, El capital, ya ha dejado su impronta en la Asociación Internacional de Trabajadores (la AIT, la "primera Internacional") y ha analizado el impacto en Europa de las revoluciones de 1848 y su consecuencia casi reaccionaria, perfectamente dibujada en su obra El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte.
En ese momento "ya ha cambiado su concepto de lo que es la revolución", un proceso gradual pero continuo, no un estallido concreto, subraya Jones.
Sin embargo, afirma el catedrático de Historia de las Ideas en el Queen Mary College de la Universidad de Londres, la idea revolucionaria del marxismo del siglo XX "tiene su origen en la Revolución francesa, de 1789, o en la Revolución rusa, de 1917, dos fenómenos concretos, cuyo paradigma es la toma de la Bastilla o la del Palacio de Invierno".
A juicio del investigador británico, "la idea de que el socialismo es un movimiento de los trabajadores funciona entre 1860 y 1950. A partir de esa fecha ya no hay una división tan clara" entre burguesía y proletariado.
No obstante, comenta, en la actualidad se pueden observar fenómenos que, en cierto sentido, podrían ser analizados con una óptica puramente marxista, como serían "la precariedad laboral, el trabajo informal o el denominado autoempleo".
En este sentido, destaca, "sí que hemos vuelto a esa inseguridad" en las condiciones de vida del trabajador de la que hablaba Marx.
Esta inseguridad, sostiene Jones, ya no estaría relacionada con el concepto de "plusvalía (la diferencia entre salario percibido por el trabajador y margen de beneficio que le queda al patrono tras la venta del producto realizado por la "fuerza de trabajo"), sino con algo mucho más simple: "la forma en que cada uno se gana la vida".
En opinión de Jones, "los sindicatos han perdido mucha fuerza en nuestros días; antes eran ellos los que canalizaban las movilizaciones" de los trabajadores, que hoy, sin embargo, adoptan un cariz supuestamente "espontáneo", del que se nutren nuevos actores políticos como los denominados populismos.
"La manera en que el populismo atrae a la gente es antipolítica. No aboga por nada concreto. Es un movimiento que se basa en el resentimiento social, en la ira contra las élites gobernantes", añade Jones.