El mundo de los vampiros ya circulaba mucho antes de que Drácula empezara a sorber sangre, pero fue el estilo único del escritor irlandés Bram Stoker el que revitalizó a este personaje y logró cautivar a miles de seguidores.

Stoker escribió en 1897 “Drácula”, la novela de terror más célebre de la historia. Pero para crear esta joya, el escritor investigó y se documentó de una forma muy exhaustiva.

A propósito del 121 aniversario de este clásico literario, varios investigadores, liderados por el inglés Philip Spedding, han hallado 26 de los libros que inspiraron a Stoker para crear a este misterioso personaje. De ellos, 25 se encuentran en la Biblioteca de Londres, detalló ABC.

“Podemos establecer, más allá de toda duda razonable, que estos libros que aún están en nuestras estanterías son los mismos volúmenes que tomó para realizar su obra maestra. Los libros que hemos encontrado fueron marcados por el mismo Bram Stoker, que se basó en la colección de la biblioteca para investigar sobre su obra”, aseguró Spedding.

Los expertos tienen la teoría que Stoker sacó la idea de varias conversaciones con el intelectual húngaro, Arminius Vámbéry, quien le platicó las historias de Vlad Draculea, un príncipe de una región situada en la actual Rumanía y conocida como Valaquia.

Spedding pasó a investigar la Biblioteca de Londres, ya que Stoker era un asiduo de ella, siendo socio entre los años 1890 y 1897, justo el de la publicación de su novela. De hecho, quien le hizo la propuesta fue Hall Caine, a quien el escritor dedicó la obra bajo el alias “Hommy-Beg”.
Como su trabajo ya estaba hecho allí, Stoker ordenó a sus contables que dejaran de pagar las cuotas mensuales y así dejo de ser miembro de este lugar.

Para Spedding, el vampiro más famoso de todos los tiempos se gestó en el Londres victoriano de finales del siglo XIX. “No es menos cierto sugerir que su extraordinaria historia de los no muertos de Transilvania tiene muchos de sus orígenes en los tranquilos confines de la Plaza de Saint James”, señaló.

Lo que queda claro es que la mano de Stoker se extiende a lo largo de esos veinticinco libros que posee la biblioteca londinense. Un sinfín de cruces, subrayados, anotaciones o, incluso, instrucciones a algunos de sus ayudantes para copiar pasajes completos en sus notas escritas a máquina.

Algunos de los libros más destacados son El libro de los hombres lobo, de Sabine Baring-Gould, y Epidémica pseudodoxica, de Thomas Browne. Pero los títulos también arrojan luz sobre los detalles de la amplia investigación geográfica e histórica de los escenarios donde suceden los hechos narrados en Drácula. Así, títulos como Alrededor de los Cárpatos, de A. F. Crosse, o Transilvania, de Charles Boner, aportaron a Stoker un conocimiento de la zona sin tener que viajar hasta allí.

Entre las muchas notas halladas, Stoker habría marcado en varias ocasiones párrafos enteros que hablan sobre la muerte y lo paranormal. Especialmente, en uno de los libros consultados menciona el instinto humano de extinguir la vida y al lado de esta expresión hay una nota en la que aparentemente se lee la palabra «tontería», que luego fue garabateada. "La investigación habría sido más fácil si la letra de Stoker no hubiera sido tan espantosa", admite Spedding.

Aunque el nombre de Stoker es venerado en el mundo literario, no era un talento natural cuando se trataba de utilizar lápiz y papel. "Stoker era un escritor terrible. Sus otras obras son terribles", dice este experto en la obra de Stoker. Drácula se convertiría en la excepción a la regla. "Es obviamente su mejor novela", asegura Spedding, quien señala, además, que en el periodo de tiempo que tardó en escribirla, el autor publicó otras tres "bastante malas".

Una novela que comenzó a perfilarse en Aberdeenshire, cuyo ruinoso castillo de Slains, en Cruden Bay, es la mayor inspiración para el hogar del personaje principal, el conde Drácula. Una obra que sigue teniendoun tirón considerable (la novela se reedita casi cada año) tanto en el papel como en sus versiones en la gran pantalla o en series de televisión. "Es infinitamente reinterpretable de generación en generación", admite Spedding.

Ahora, la Biblioteca de Londres será un nuevo lugar de peregrinación para aquellos que busquen indagar un poco más en la vida del autor y que quieran conocer como se gestó el vampiro más famoso de todos los tiempos. De hecho, en febrero del año que viene acogerán varias representaciones del clásico entre sus muros. Una oportunidad más para sentirse como Bram Stroker y ojear las maravillas que esconde este edificio londinense.

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