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En muchas culturas mesoamericanas los antiguos jugadores de pelota utilizaban una prenda que les daba mayor seguridad en sus golpes. Se trata del yugo, nombre que recibía la vestimenta que era hecho con madera, cuero o algodón.
Uno de estos aditamentos con forma de U, el cual se colocaba en las caderas de los jugadores a fin de golpear la pelota con mayor seguridad, fue encontrado bajo un terreno cercano al municipio de Tamiahua, en Veracruz, por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Las piezas a veces eran replicadas en piedra y utilizados con fines rituales, aunque en la actualidad son piezas poco frecuentes, por lo cual este hallazgo cobra relevancia, señaló el INAH a través de un comunicado.
El arqueólogo Gabino López Arenas, coordinador del proyecto de salvamento en la obra del Gasoducto Sur de Texas-Tuxpan, comentó que el objeto presenta bajorrelieves con formas de grecas en sus caras externas y superior, y una cabeza de serpiente y un cascabel a sus lados.
Foto: Cortesía Gabino López / INAH
"Sus dos remates tienen labradas cabezas humanas que miran en sentido opuesto, y su curvatura externa tiene un rostro con rasgos felinos”, agregó.
El yugo es de estilo totonaco y data entre los periodos Preclásico (350 a.C. a 200 d.C.) y Clásico (200 a 650 d.C.), con base en tiestos cerámicos recabados en el sitio denominado Estero Milpillas.
Sobre su colocación en el lugar se tiene la teoría que pudo deberse a su proximidad a la laguna de Tamiahua.
“Allí hubo un asentamiento continuo del cual no queda arquitectura porque tal vez eran casas de materiales perecederos. Así, basados en fuentes documentales que asocian los yugos no sólo a juegos de pelota sino también a pedimentos o tributos a fuentes de agua, podríamos explicar su hallazgo dado que en el sitio hay muchas hondonadas que en temporada de lluvia se convierten en arroyos. Sin embargo, no tenemos elementos suficientes para determinar su función original”.
El yugo fue encontrado el pasado 19 de abril por los arqueólogos Octavio Castañeda, Rubén Abasolo y Salvador Pérez. Aunque estaba en tres segmentos, está completo y resguardado en Tuxpan, aunque a corto plazo será enviado a la Ciudad de México para su restauración y exhibición museística.
Foto: Cortesía Gabino López / INAH
Las labores de salvamento iniciaron en 2017 para explorar el espacio que tiene 73 km terrestres y 687 km marinos, aunque tras un sondeo con radar se concluyó que no existen pecios en el tramo.
En la parte terrestre se ubicaron 41 sitios arqueológicos (uno cerca de Altamira, Tamaulipas, y el resto en Veracruz), definidos por la presencia mayor o menor de material cerámico, lítico o de restos humanos y de especies animales.
Los restos humanos se encontraron en seis sitios dentro de Veracruz: El Frijolillo, La Antena y el Tronconal; en La Loma, San Luis y El Progreso se localizaron entierros semicompletos.
En El Progreso se locaizó un individuo en posición bocarriba, al cual le fue colocado un cajete a la altura del rostro, como parte de un acto funerario denominado entierro capital.
Los restos humanos son analizados en la Ciudad de México por la antropóloga física Perla Ruiz Albarrán, quien ha establecido que los entierros de La Loma y El Progreso pertenecen a una mujer de entre 40 y 45 años, y a un hombre de 20 a 25 años al momento de morir.