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El escritor irlandés John Connolly es un hombre de su tiempo y de su realidad. Con su nueva novela, Tiempos oscuros (Tusquets), regresa a Charlie Parker, el detective que protagoniza su serie con 15 títulos donde lo sobrenatural cobra formas inquietantes en este mundo tan violento y lleno de fantasmas.
El narrador, periodista y estudioso de filología inglesa que pasa buena parte del año en Portland, Estados Unidos, porque ahí es donde se desarrolla su serie del detective Charlie Parker, es un gran observador del mundo actual, de la realidad social y política de Europa y Estados Unidos; y por supuesto de Irlanda, que, dice, es una nación que ha crecido mucho en los últimos años, pero ahora está enfrentada al Brexit y a la migración, dos de las que considera grandes problemáticas de su país.
¿Es sobrenatural su literatura frente a esta violenta realidad que se ha vuelto tan natural?
Es una idea que comparto con muchos escritores, pienso que escribimos lo que leímos; a mí, de joven, me gustaba leer los cuentos de fantasmas y también las novelas de crimen o novelas negras. Para mí, la gran diferencia entre una novela negra y una novela detectivesca es que la novela negra concluye sin esperanza; y yo no puedo escribir una novela sin esperanza. Mis novelas son muy oscuras, pero siempre tienen una esperanza.
¿En el mundo entero vivimos tiempos oscuros, ahí también halla esperanza?
Tengo dos hijos y ellos creen que el mundo se está terminado, que todos seremos exterminados. Les digo que parece que el mundo siempre está terminando. En mi juventud, nosotros teníamos temor de la destrucción nuclear, teníamos temor de una guerra en Libia, sin embargo comparto la idea del escritor irlandes Edmund Burke de que todo lo que se necesita para que el mal triunfe es que los hombres buenos no hagan nada.
En mis novelas, Parker se rehusa a hacer nada, porque si no hace nada, Parker es cómplice del problema; del problema de la explotación de los pobres, de las víctimas. Así que en realidad, en la actualidad, tenemos el mismo problema, la gente cree que no es posible hacer algo, que es más fácil no hacer nada; que es más fácil tener una esperanza de que otra persona va a buscar una solución para nuestros problemas. Entonces yo les he dicho a mis hijos que la responsabilidad es su responsabilidad. En mis novelas, Parker es un ejemplo sobre la importancia de hacer algo.
Irlanda ha hecho grandes cosas y logrado estabilidad, sin embargo enfrenta problemáticas.
Tiene varios problemas ahora, uno de esos problemas es el Brexit, y el Brexit es un aspecto de un problema más grande: la separación entre la gente, entre los ciudadanos.
Los ingleses quieren una separación, una independencia, pero esa independencia es ilusiva, es una independencia que no tiene ninguna relación con la realidad.
Irlanda es un país muy pequeño, entendemos la necesidad de una conexión con los otros países y ahora se nos presenta la posibilidad de volver al terrorismo, porque tenemos frontera sólo con la Unión Europea, esa es la única frontera, pero tenemos corrupción, tenemos una separación entre la gente con poder económico y los otros que no tienen casi nada, los que no tienen nada como los sin hogar, pero al mismo tiempo la gente más pobre de Irlanda tiene más que la gente en Siria o en Irak y eso nos hace muy afortunados, tenemos los problemas del primer mundo.
Tenemos mucho en común con México, el problema de la injusticia social, una historia de opresión, una relación muy complicada con la religión, una relación que ya empieza a cambiar ahora. En Irlanda somos una sociedad en proceso de transformación pero ahora enfrentamos varios problemas.
Entre ellos la migración, ¿cómo afrontan la llegada del otro?
En Irlanda tenemos una historia de migración a los otros países, por eso ahora posiblemente más que nunca tenemos una obligación con los otros, y esta es una de las discusiones que tenemos, la discusión es sobre cuál es nuestra obligación con ellos, por qué no queremos esta migración. Hay muchos irlandeses que no quieren la apertura a los migrantes porque no ven una obligación con los otros, sólo con la gente que tiene algo en común o que es más similar. Tenemos mucha prosperidad en Irlanda, somos muy afortunados, la mayoría de la gente cree que tenemos una obligación con los otros y espero que así continúe.
¿Esta discrepancia tiene que ver con las diferencias de origen, las que había entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte?
Bueno, podemos entender este deseo, esta necesidad de buscar un mundo mejor para más niños, para las generaciones que vienen, es muy natural; pero nuestra sociedad en Irlanda ha mejorado a causa de los migrantes porque tenían otras habilidades. Irlanda era un país muy blanco y era un país demasiado introspectivo, su sociedad era blanca y muy aislada y sólo se veía hacia adentro. Gran parte de su historia fue así, apenas empezamos a cambiar en este siglo y en la década de los 90, el cambio fue rapídisimo.
En Irlanda apenas se veía un puñado de rostros negros, siempre había personas blancas y de pronto tuvimos una entrada de africanos y de brasileños, gente del oriente medio; y batallamos, eh; porque de pronto nos dimos cuenta de que podríamos volvernos racistas. Nunca antes tuvimos ocasión de ser racistas por nuestra historia de depender de la buena voluntad de los otros países que nos aceptaron, creo que eso nos da un punto de vista ligeramente distinto. La mayoría de la gente quiere hacer que este experimento funcione, para mí es fácil decirlo, soy una persona de clase media, provengo de la clase media, pero la gente de abajo son los que están compitiendo por los recursos, entonces tenemos la responsabilidad de cuidar de todos, y claro que podemos hacerlo, estamos en posición de hacerlo, pero esa es la discusión actual en Irlanda.
¿Es una diferencia generacional?
En los tiempos pasados, los migrantes irlandeses no podían volver, fueron a los Estados Unidos y a Australia y le costaba mucho volver, posiblemente volvían uno o dos veces en su vida a Irlanda para ver a su familia, para ver su patria, pero en este siglo es posible ir a los Estados Unidos y a Australia y volver con un cambio de perspectiva nueva del mundo que no era una posibilidad para las otras generaciones; quizás los jóvenes no tienen las mismas preocupaciones ni los mismos prejuicios ni ideas preconcebidas.
Mis hijos tienen pasaporte inglés y de Sudáfrica, pero no tienen pasaporte irlandeses, pero ahora a causa del Brexit necesitan sacarlo porque será más difícil viajar en los años que vienen si no tienen, eso augura más problemas, otra consecuencia más del Brexit. Es muy triste.
¿Y qué decir de la migración, de Donald Trump y de Estados Unidos?
Tengo una casa pequeña en Portland, para escribir mis novelas necesitaba pasar una temporada en el lugar del que escribo, pero ahora quiero venderla, no quiero estar en los Estados Unidos, pienso que el daño que han hecho Trump y Obama —que para nada fue amigable con los migrantes— traerá más hostilidad. Hay un problema de comunicación de la derecha con la izquierda y no quiero estar ahí para ver esas hostilidades.
Creo que tomará dos generaciones por lo menos salir de Trump, sin Trump, aún si no lo reeligen, se necesitarían dos generaciones para extirpar el daño que hizo.