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Su pie apenas roza el pavimento. La pierna dibuja un arco que sube por su brazo y va desde su falda hasta la lucha boca contra boca que tiene con un sujeto desconocido. Ella vestida de blanco, es la paz; recibe con un beso a un marinero desconocido en medio de Times Square.
Instante que desnuda las almas de dos personas en sus labios. El beso es uno de los temas explorados en el arte y el fotógrafo Alfred Eisenstaedt capturó esa caricia que genera euforia entre los amantes.
Eisenstaedt capturó a un marinero besando a una enfermera en Times Square el 14 de agosto de 1945, día en que Japón aceptó su rendición marcando el término de la Segunda Guerra Mundial.
Alfred Eisenstaedt retrató a un marinero besando a una enfermera en Times Square luego de anunciarse la rendición de Japón en la Segunda Guerra Mundial. Foto: REUTERS/Brendan McDermid
El fotógrafo Eloy Valtierra, de la agencia fotográfica Eikon y ganador del Premio del Jurado en la bienal de Fotoperiodismo en 1995, asegura a EL UNIVERSAL que las imágenes son parte de nuestra memoria como sociedad y son un "corte temporal del devenir, de la realidad, del espacio-tiempo en que vivimos".
De acuerdo con Time, Alfred Eisenstaedt fue uno de los primeros fotógrafos contratados por la revista LIFE y ese día cumplió con la misión de contar historias capturando el instante decisivo del que hablaba Henri-Cartier Bresson.
La fotografía "V-J Day in Times Square", también conocida como "El Beso", revela es la emoción por el fin de una cruenta época.
"Este fotógrafo está buscando imágenes que sinteticen el momento. De repente voltea y se encuentra con este abrazo y beso del marino y la enfermera", detalla Eloy Valtierra.
La razón por la que la imagen de Eisenstaedt impacta compositivamente es porque el lenguaje corporal tiene un ritmo. En una de las cuatro tomas de Eisenstaedt la joven toca el rostro del muchacho, pero en la imagen que selecciona el creador la chica suelta el brazo y se nota que levanta un pie y aparece una línea que recorre todo el cuerpo y que en esa flexión se nota claramente el beso.
La iluminación ha sorprendido no solo a fotógrafos, sino también a astrofísicos. De acuerdo con el libro Detrás de la cámara.Los fotógrafos más legendarios de nuestra época (Numen, 2017), investigadores analizaron la correspondencia astronómica entre las horas del atardecer en Manhattan ese día, las manecillas de un reloj y la hora en que se dio el anuncio de la rendición de Japón.
"La fotografía de Eisenstaedt de ese golpe apasionado destiló el alivio y la primera de ese día trascendental en un solo momento de alegría desenfrenada", detalló Times.
El retrato en blanco y negro se ha vuelto un icono en la cultura popular, haciendo que miles de personas se congreguen en Times Square, Nueva York, recordando la imagen.
Las imágenes fotográficas se vuelven icónicas porque rompen las barreras para las que fueron hechas. Salen de los medios para los que fueron pensadas, llegan a galerías y quedan en la memoria del lector y de la sociedad por sintetizar ese momento histórico.
¿Quiénes se besaron en Times Square?
La identidad de los protagonistas ha causado polémica por décadas. Una mujer llamada Edith Shain fue considerada la enfermera de la foto; falleció en 2010. Después la identidad de la chica retratada por Eisenstaedt recayó en Greta Zimmer Friedman, quien en el 2016 perdió la vida a los 92 años.
Hombres y mujeres han dicho ser los protagonistas de la fotografía de Alfred Eisenstaedt. Foto: EFE/ Peter Foley, archivo
En 2007, se identificó a Glenn Edward McDuffie como el joven de la fotografía en Times Square luego que colaborara con un artista forense del Departamento de Policía de Houston para demostrar que él era el hombre retratado.
Sin embargo, también se consideró que el marinero fue George Mendonsa, un pescador retirado de Rhode Island. En esta lista también aparece Carl Muscarello, quien en noviembre de 2016 aseguró que él era el marinero por una marca de nacimiento en su mano.
Valtierra asegura que el que muchas personas aseguren ser los protagonistas de la instantánea es porque "todos quisieran verse en la imagen. Nosotros nos reflejamos en la fotografía que estamos viendo. Queremos sentir lo que está pasando ahí".
Agrega que la duda sobre quién es el marinero y la enfermera surgió luego que en la escena no se lograran ver los rostros. "Para que el lenguaje sea universal no tiene que llevar nombre. Si le ves la cara identificas y adquiere de inmediato un nombre. Que no permita ver el rostro logra que todo el mundo se identifique con el retrato".
El espectador de una buena fotografía, como es el caso de la obra de Eisenstaedt, puede disfrutar, sufrir y cuestionarse en torno a la imagen para permitir que se reencuentre con su humanidad.