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No importó el frío ni la lluvia, ayer, frente al parco edificio de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, la reflexión y la denuncia de la violencia contra las mujeres se hizo visible con la última sala pública del proyecto Estado de Emergencia, coordinado por la artista Lorena Wolffer, para el Centro Nacional de las Artes y el Centro de Cultura Digital, que tuvo como objetivo concientizar sobre esta problemática, a través de la resignación de espacios donde han ocurrido feminicidios en la CDMX, así como edificios de instancias que deberían darles justicia, y hacer de ellos lugares de acción, resiliencia y resistencia política.
En el lugar, donde abogados trajeados y algunos funcionarios de seño fruncido, se detenían para escuchar, estuvieron presentes las académicas y activistas brasileñas Cristiane Brandao y Luana Saturnino; la investigadora de la UAM, Ileana Diéguez; y la artista chilena Julia Antivilo, en la modernización.
Ileana Diéguez enfatizó la importancia de tomar en cuenta el trabajo que activistas y afectadas en espacios como éste ya que es así, a través de la organización de la rabia y la constante ejercitación de la memoria como las mujeres pueden sobrevivir a un estado misógino y represor.
También comentó que es necesario accionar dentro de las instituciones para que expliquen cuál es su concepción de justicia y cómo operan contra o a favor de los cuerpos feminizados, para desmontar de forma crítica sus saberes, pues, “al parecer no entendemos cual es la noción de justicia o que es muy abstracta, como lo piensan algunos teóricos”.
A esto, Luana Saturnino, comentó que es importante trabajar la esfera de la memoria desde la crítica para valorar su trayectoria histórica, sus avances y necesidades; pero también hay que trabajar con planteamientos a futuro que bien se proponen desde la academia y el arte: “Necesitamos una imaginación política y feminista, imaginar otros futuros y formas de sociedad; hacer una cultura del feminismo, donde imaginemos otras formas de producción y modelos de solidaridad”.
Algunos presentes coincidieron en que es importante generar mecanismos de defensa a nivel macro, como pueden ser redes interiores de observatorios contra la violencia de género y grupos feministas, pero también a nivel micro, como es divulgación de métodos de autodefensa e identificación de focos de peligro en las actividades cotidianas de cada mujer.
A través de su experiencia en Brasil, Brandao dijo que se han firmado varios convenios internacionales para erradicar la violencia contra las mujeres, pero que estos no son respetados, pues los jueces y procuradres, encargados de impartir la justicia, no tienen vocación para hacerlo y sólo buscan su beneficio económico.
Al final, los integrantes del Proyecto Cerrucha invitaron a participar de la actividad artística a todos los presentes, quienes bailaron una salsa fuertemente condimentada con indignación y rabia en la que se podían escuchar las voces de mujeres de todas las edades externado sus pensamientos contra los feminicidios, al tiempo que una voz, muy al estilo de los sonideros de barrio, hacía temblar las puertas de vidrio de la entrada de la procuraduría: “ Ni perdón ni olvido, vivas nos queremos. Hagan su pinche trabajo ineptos de mierda, dejen de ser cómplices de feminicidas”.