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El destino de las esculturas y jarrones históricos que engalanan Paseo de la Reforma parece estar escrito: desaparecer sin dejar huella alguna.
Hace más de siete años, en plena avenida transitada desapareció de la noche a la mañana la estatua dedicada al médico veracruzano Rafael Lucio. La escultura de finales del siglo XIX, obra del escultor Epitacio Calvo, cayó debido a un aparatoso accidente automovilístico que dañó su pedestal. Desde entonces nada se supo de ella. Hoy la historia se repite con uno de los jarrones de bronce ubicados en el tramo que va de Bucareli al Monumento a Cristóbal Colón.
Esta vez no fue un automóvil, fueron los movimientos del sismo del 19 de septiembre los que hicieron que la pieza de bronce se desplomara de su base. Cinco meses han pasado desde entonces y hasta ahora ninguna de las instancias de la ciudad encargadas de la vigilancia o mantenimiento de la avenida sabe dar razones del jarrón. El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), la dependencia encargada del cuidado del patrimonio histórico, tampoco tiene reporte de su caída y de su paradero actual.
Vecinos de la colonia Tabacalera y empleados que laboran en la zona fueron testigos de su desplome aquel día en que la ciudad se convirtió en caos. Algunos tomaron incluso registro fotográfico.
Dos días después, el 21 de septiembre, Ricardo Ward, vecino de la zona, llevó un ramo de flores al zócalo vacío de la desaparecida escultura del doctor Lucio. Un ritual que realiza todos los jueves desde abril de 2016 para exigir a las autoridades capitalinas que pongan una réplica de la escultura o investiguen su paradero. Ese día, el joven que se ha interesado en la protección de las esculturas documentó con fotografías que el jarrón de bronce seguía ahí, amarrado con un lazo blanco al pie de su pedestal, acordonado por una cinta amarilla y un bloque de plástico naranja.
Tal como lo hace cada semana, Ward compartió en su cuenta de Twitter las imágenes de su ofrenda floral y añadió la del jarrón sobre el camellón. “El jarrón parecía resguardado, estuvo varios días ahí tirado”, comenta a EL UNIVERSAL este joven, quien cada semana documenta lo que sucede con las esculturas y jarrones que forman parte de este conjunto escultórico concebido por Francisco Sosa en 1887.
Cinco meses han pasado y en ese pedestal grafiteado sólo queda la base del jarrón de bronce.
Esta semana, EL UNIVERSAL preguntó tanto en el INAH como en la delegación Cuauhtémoc, en la Secretaría de Obras y Servicios de la Ciudad y en la Dirección de Patrimonio Cultural Urbano de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (Seduvi) por el destino de la pieza, pero ninguno tuvo noticias de ella.
En respuesta a la consulta de si la instancia cuenta con algún reporte del siniestro o si alguna dependencia local le notificó lo sucedido, la Coordinación de Monumentos Históricos del INAH dijo que no y que los únicos daños que tiene registrados en estos elementos urbanos sobre la avenida son por actos “vandálicos o por accidentes viales”.
En septiembre, sobre Paseo de la Reforma se realizaban ya las obras de construcción de la Línea 7 del Metrobús. No obstante, la Secretaría de Obras de la ciudad, que es la encargada de esos trabajos, no tiene reporte alguno de la pieza. Según su oficina de comunicación, antes de que comenzarán las obras de construcción habían hecho un levantamiento y registro de las esculturas sobre la avenida con la idea de emprender trabajos de rehabilitación, pero no tienen registro de la pieza faltante.
En la delegación Cuauhtémoc, la Oficina de Prensa indicó que a la demarcación no le corresponde atender las vías primarias, como avenida Reforma. Por su parte, la Dirección del Patrimonio Cultural Urbano de Seduvi dijo que tampoco tiene noticia alguna de la pieza faltante.
La desaparición de este jarrón histórico, uno de los 28 que se intercalan entre las 37 esculturas de personajes ilustres que vigilan el paseo histórico desde 1889, refleja el descuido y la desprotección en que se encuentran estos bienes culturales. A pesar de encontrarse en una de las avenidas más transitadas, que tiene la atención de diversas instancias capitalinas y federales, el corredor escultórico padece constantemente actos de vandalismo y robo de piezas.
Cuando se anunció la construcción de la Línea 7 del Metrobús, el INAH solicitó al gobierno de la Ciudad realizar trabajos de rehabilitación integral de los bienes culturales que se encuentran sobre la avenida, pero el proyecto sigue en el aire.
En el documento donde autorizó el proyecto de Metrobús, el INAH indicaba que junto al gobierno de la ciudad llevarían a cabo “todas las acciones necesarias para la recuperación integral de los bienes culturales ubicados en el trazo del corredor vial, incluyendo los conjuntos escultóricos, esculturas, jarrones, bancas y demás elementos existentes”.
La Secretaría de Cultura de la ciudad también ha dicho que trabaja en un Programa de Manejo y Recuperación de Esculturas en Paseo de la Reforma.
Consultado sobre los avances de ese proyecto integral de rehabilitación, la Coordinación de Monumentos Históricos, encabezada por el arquitecto Arturo Balandrano, declinó hablar sobre el tema.
Según la Secretaría de Obras, están a la espera de que el INAH entregue el proyecto, pues con ello se gestionará el presupuesto que se necesitará para la restauración.
De acuerdo con Balandrano, ese proyecto de restauración incluiría también la reposición de esculturas y elementos faltantes, como la estatua del doctor Rafael Lucio.
Sin embargo, desde que comenzaron las obras de Metrobús el año pasado, en la avenida se han registrado robos de placas y otros elementos, como la espada del general Leandro Valle. Su estatua, ubicada casi en la esquina con Bucareli, desapareció también a finales del año pasado. Una cara de su pedestal también quedó desnuda, pues la placa de bronce que lo identificaba tampoco está.
“Desde hace un par de años, las cosas han empeorado mucho. Impunidad absoluta en el vandalismo, robo de piezas, como la reciente de la espada de Leandro Valle, y placas, a veces enfrente de la cámara de Secretaría de Seguridad Pública”, plantea Ricardo Ward, quien continúa llevando el ramo de flores al pedestal vacío del médico veracruzano.
vkc