El mexicano Alberto Ruy Sánchez es un escritor desconfiado de las feligresías que asumen las diferencias políticas con actitudes de hinchas de fútbol, lo cual insinúa en El sueño de la serpiente, novela ganadora del Premio Mazatlán de Literatura 2018.

 "En tiempos de elecciones que estamos viviendo en la redes sociales, los partidos atacan a los otros como enemigos mortales. La gente deja de pensar y se comporta como partidaria de futbol, es significativo el uso de la palabra partido; los partidos políticos y los de futbol ciegan", dijo en entrevista a Efe el autor de 66 años.

Ruy Sánchez viajó hoy a Mazatlán, en el Pacífico mexicano, para participar mañana en una mesa redonda sobre su nueva obra y el viernes recibir el Premio Mazatlán 2018 por escribir el mejor libro publicado en México el año pasado.

En la novela, un hombre centenario con la memoria perdida dibuja sobre los muros de un hospital siquiátrico los recuerdos que va recuperando, lo cual lo lanza a una aventura por las ilusiones y desilusiones de su siglo, y lo lleva a descubrir las vidas que lo habitan.

Aparentemente es un mexicano en Estados Unidos, donde se enamora de Sylvia Ageloff, la mujer seducida por Ramón Mercader, el asesino de León Trotsky.

Más adelante emigra a la Unión Soviética, donde trabaja en la planta armadora que Henry Ford le vendió a Stalin y fue tutor de inglés de Sergo Beria, el hijo del jefe de la policía secreta de la desaparecida URSS.

"La novela habla de la necesidad de detener los entusiasmos, de no creer a ciegas en nadie, que lo importante no son las causas, sino las personas y no debemos tolerar ningún crimen de parte de ningún nivel político ni ninguna alianza con causas reprobables", cuenta Ruy Sánchez.

La novela ha tenido una gran acogida de la crítica, pero sobre todo de los lectores que admiran la honestidad del narrador, quien defiende más la idea de la crítica a la de ser partidario ciego.

Es Ruy Sánchez un distraído de los encasillamientos, desinteresado en los géneros porque cree que cada historia debe ser escrita de una manera determinada y al terminar es como una botella al mar cuyo recibimiento de los lectores es impredecible.

"Yo no puede controlar lo que sucede con la gente. Muchos encuentran que hay un rompimiento entre mis novelas anteriores y esta, otros encuentran una continuidad. Los lectores están entusiastas con el libro y eso siempre alegra", asegura.

Al referirse a Sylvia Ageloff, utilizada por Mercader para matar a Trotsky en México en 1940, el escritor la humaniza y contradice a los numerosos autores que identifican a la mujer con la fealdad. En la novela, Ruy Sánchez la retrata como un ser interesante.

"Vuelvo a examinar a Trosky, a Mercader y hasta la apariencia física de Silvya. Siempre que hablan de ella la califican como la fea, lo cual, además de un criterio sexista, está fuera de lugar", señala el intelectual.

Ganador del Premio Homenaje al Bibliófilo en la pasada Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), la más importante en idioma español, y en diciembre del Premio Nacional de Artes y Literatura en Lingüística y Literatura, Ruy Sánchez es uno de los escritores más reconocidos de México y su nueva novela ha sido muy elogiada por sus colegas.

El autor argentino Alberto Manguel cree que se trata de uno de los libros más importantes en español en mucho tiempo y su compatriota Sandra Lorenzanoopinó que la escritura se sumerge en una de las peores pesadillas del siglo XX y desde la mente de un testigo atrae y seduce como serpiente y cuestiona quiénes somos, dónde estamos y qué hacemos ante los horrores de la historia.

"Traté de no aceptar nada de lo que las historias escritas dicen como juicios", asegura Ruy Sánchez en un tono de desconfianza de quienes justificaron matar para lograr sus objetivos, lo cual se plantearon los principales jerarcas del comunismo ruso, cuyas ideas copian los feligreses estalinistas del siglo XXI.

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