Hay dos razones por las que la mayoría de los boxeadores suben de peso: ya no pueden mantenerse en su división o  buscan más dinero. Saúl Canelo Álvarez no pertenece a la mayoría.

Tiene un contrato asegurado de 365 millones de dólares, el más lucrativo en la historia para un peleador, y en cuanto a su físico, la disciplina lo ha encaminado a nunca fallar en la báscula. Ahora, al desplazarse dos divisiones para alcanzar a los semicompletos (79 kg), Canelo no busca un nuevo comienzo, sino la continuación de su legado.

Con la virtud de poder refugiarse en cualquier peso, el mexicano quiere ganar la aprobación del grueso de los aficionados. Para el combate de mañana  ante el ruso Sergey Kovalev, el Canelo asumió un nuevo reto. Desde mayo pasado, cuando peleó contra Daniel Jacobs, Álvarez aumentó al menos siete kilogramos que esculpió en músculo para dar forma al cuerpo con el que buscará su cuarto campeonato en diferente categoría.

El tapatío está a un triunfo de ser el cuarto boxeador en la historia en ganar títulos desde las 154 libras hasta las 175, para unirse a los históricos Sugar Ray Leonard, Thomas Hearns y Mike McCallum.

La pegada de un hombre naturalmente más grande como Kovalev será el principal riesgo que afrontará Álvarez. El ruso defenderá el cetro de la Organización Mundial de Boxeo. Una derrota contra un hombre que mide 10 centímetros más, tiene mucho mayor alcance de puños y que subirá al ring con por lo menos 10 kilos más pesado, es el camino a la gloria y de ahí una transformación más en la carrera de Álvarez.

El Canelo tiene prohibido perder o tendrá que convivir con las críticas. Asumir riesgos es el precio que debe pagar el tapatío. El dinero y la fama ya los tiene; le falta la aprobación de la gente.

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