Carácter. Temperamento. Enjundia. Son muchos los adjetivos que se le pueden imponer a Miguel Herrera, un hombre de futbol que como jugador fue todo corazón y que como técnico indudablemente ha sido y es un ganador.

El Piojo ha vencido todo lo que se le ha puesto enfrente para triunfar, principalmente al inicio de su carrera como entrenador, cuando pocos creían en él, callando bocas poco a poco, con base en éxitos y títulos.

Pero lo que no ha podido hacer es exorcizar a sus demonios internos, esos que lo hacen incontrolable en la zona técnica. Ya son 40 expulsiones en su carrera como entrenador: 35 en torneo regular y cinco en Liguilla; no hay otro técnico en la historia del futbol mexicano que haya sido echado más por los árbitros, y todo por ese temperamento tan ingobernable que lo hace salirse de sus casillas a pesar de que ha prometido una y otra vez que cambiará: “Tengo que ser mejor persona porque las circunstancias me obligan a estar más concentrado. En el juego seguiré siendo el mismo porque eso me tiene en donde estoy, consiguiendo los resultados que se me exigen; mi esencia no la voy a cambiar”, aseguró Herrera un día antes del juego ante Santos Laguna.

Y no lo cumplió. Lo volvió a hacer apenas a su regreso después de la suspensión de tres juegos tras el juego contra Cruz Azul en el que vio la roja, y lo peor: estando en la banca, el América volvió a perder.

¿Será que lo que comentó el chileno Nicolás Castillo, después del partido contra el Atlético de San Luis, en tono de broma, lleva cierta verdad? “Pues nosotros ya estamos pensando que se quede arriba, porque estamos ganando sin él”.

Las constantes rojas, se dice, ha enfurecido no solo a la directiva americanista, cansada de sus arrebatos y multas, además algunos de sus jugadores ya se están hartando de tanto escándalo de su técnico.

Miguel Herrera ha vencido todo tipo de adversidades en su carrera, desde que no se creía en él, hasta ataques que van más allá de lo deportivo, muchas veces se enfrascan en lo personal, hasta en lo mismísimo familiar.

Pero la realidad es que a los que no ha podido derrotar han sido a sus demonios internos, ese temperamento que se apodera de él y que lo hace volverse en otra persona cuando está en el área técnica.

Sí, es cierto, ese carácter es lo que lo ha convertido en un director técnico ganador, pero lo sería más, si estuviera en la banca de su equipo... mucho más seguido.

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