Cada vez que Cristiano la toca algo sucede, algo provoca. Qué alguien le aplaude, que alguien le silba; que las mujeres griten de nervios y algunos hombres también.
Que alguien lo ovacione, que alguien me grite "Messi". Pero Cristiano no pasa desapercibido.
Se lanza sin miedo, a pesar de que su rostro es sagrado no le interesa que una bota marroquí casi lo golpee... Gol de Portugal, ¿De quién si no? De CR7.
Él hace todo en Portugal. Anota los goles, ya lleva cuatro de cuatro del equipo lusitano; baja a defender, sobretodo en tiros de esquina y sobre él van todas las faltas de los marroquíes, sobretodo las más duras, las que ameritan tarjetas amarillas.
La realidad es que Marruecos debería haberse ido con algo más que el cero en el marcador con lo realizado en la primera parte, en pocas palabras, les pusieron un baile a los porugueses.
Y en el segundo tiempo la cuestión no cambió en lo futbolístico, sólo que ahora Marruecos sí exigió a Ruí Patricio y Cristiano desapareció un poco del panorama, ya que sus compañeros estaban muy preocupados para ofender, ya que se encuentran rechazando el ataque africano.
En lo que destaca Cristiano es en los clavados, cada vez que siente que alguien se le acerca, se deja caer el césped, nada de eso se lo cree el árbitro Mark Geiger de los Estados Unidos, célebre por haberle dado el pase a la final a México en la Copa Oro 2015.
Al final, Portugal gana, se lleva los tres puntos y suma cuatro, los mismos goles marcado por Cristiano que cuando termina el juego es el primero en ser felicitado, porque Cristiano es el primero en todo.