Cuántas veces no hemos dicho o escuchado que “venderíamos un riñón” o algún otro órgano para conseguir dinero y asistir al partido o concierto de nuestros sueños.
Para los que pretendían emplear esta estrategia para comprar un boleto al Super Bowl LIV planeen algo distinto, porque en México, el mercado de órganos está prohibido y las entradas para el gran juego del 2 de febrero se enfilan a romper los récords de costos más altos en la reventa.
A más de una semana de que el ambiente en Miami se encienda con el rojo de los jerseys de 49ers y Chiefs, una localidad en una zona privilegiada del Hard Rock Stadium alcanza los 70 mil dólares (un millón 330 mil pesos).
Para nadie es un secreto que las personas que asisten a un Super Bowl son en su gran mayoría poseedores de grandes fortunas.
Para el resto de nosotros hay pases más “accesibles”. De acuerdo con la plataforma de venta SeatGeek, el promedio en el mercado secundario para un asiento es de 6 mil 233 dólares, (117 mil pesos), pero con una tendencia ascendente.
Si al menos se mantiene el precio promedio con el que se empezó a negociar cuando quedaron definidos los equipos involucrados, se romperá la marca del Super Bowl LII, en el que los Eagles cobraron revancha de los Patriots.
En esa edición de febrero de 2018 el precio fue de cinco mil 373 dólares (102 mil pesos) casi mil dólares menos que este invierno.
Los tickets para el Super Bowl LIII entre Rams y Patriots fue el tercero más caro con cuatro mil 657 dólares.
Si está buscando ir con un grupo grande, una suite de 18 personas se oferta en 439 mil dólares (8 millones 341 mil pesos).
Con estos precios, asistir a Miami para ver a San Francisco y Kansas City jugar por el trofeo Vince Lombardi es un sacrificio tan grande como vender un riñón.