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Los casos de racismo en el futbol mexicano no son novedad, pues desde hace 12 años, hay antecedentes que marcan como varios jugadores y árbitros han sido víctimas de un trato desagradable y reprobable de parte de compañeros de profesión o de los aficionados.
En el 2006, Felipe Baloy, en ese entonces jugador de los rayados de Monterrey, visitó la cancha del antiguo estadio Corona y la afición del conjunto de Santos emuló sonidos de mono y le gritaron “chango come plátano”.
En 2013, Chrístian 'Chucho' Benítez también fue víctima de actos racistas mientras era jugador de las Águilas del América, pues en un duelo ante Pumas en la cancha del estadio Azteca, la afición del cuadro universitario comenzó a hacer sonidos de mono cada vez que 'Chucho' tocaba el esférico.
En 2014, Darwin Quintero, jugador de Santos, en un duelo ante Cruz Azul acusó directamente al defensor Rogelio Chávez de llamarlo “simio de mierda”.
Para el 2015, el árbitro Adalid Maganda también denunció actos racistas, en ese entonces en un duelo de Copa entre Atlante y Pachuca disputado en Cancún, pues cuando entró al vestidor de los Tuzos, los jugadores emularon sonidos de mono.
Otro caso se dio en el Ascenso MX, cuando Raúl Enríquez, jugador de Bravos de Ciudad Juárez, denunció vía redes sociales que su compañero, Gilberto Barbosa, fue víctima de racismo por aficionados de Alebrijes de Oaxaca, quienes le gritaron “simio, chango” de acuerdo al futbolista.