Son más de 15 años los que la Federación Mexicana de Futbol (FMF) y Soccer United Marketing (SUM) han ido de la mano como socios en la organización de los juegos de la Selección Nacional en Estados Unidos.

 En grandes rasgos, se habla de que SUM ha facturado más de 450 millones de dólares en ganancias, pagándole a la Femexfut cerca de 150 millones en billetes verdes.

Es un gana-gana por ambos lados. Mas parece que no todos lo entienden así, porque cada vez que viene uno de esos partidos, señalados como moleros, los jugadores aprovechan para pedir permiso y no asistir.

Dejando de lado el terreno financiero y entrando en el meramente deportivo, quizá no se comprenda que en estos cotejos es donde el técnico tiene la oportunidad de poner en práctica su sistema de juego y entrar en contacto con sus dirigidos, de cara a torneos oficiales o de eliminatoria.

Aunque el rival, a todas luces, no sea de prosapia.

Hay que agregar que en la era Juan Carlos Osorio, la mala suerte siempre ha estado presente, porque no hay convocatoria que no cambie debido a esos famosos permisos y también a las constantes lesiones de los futbolistas.

Para este juego contra Bosnia-Herzegovina, José de Jesús Corona y Oribe Peralta declinaron la invitación, Osorio dijo que ya los “tenía muy vistos”, razón por la cual los borró de su lista; a esas bajas se añadieron las de Víctor Guzmán, por ruptura de ligamentos en la rodilla izquierda, y Alan Pulido, debido a molestias en el tobillo derecho.

Es más que evidente que a los moleros nadie los respeta, sin tomar en cuenta que de ahí, sale el dinero para manejar a la Selección.

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