El Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) puede seguir en riesgo por hundimiento del terreno y requiere de un dictamen actualizado de los daños estructurales en las terminales 1 y 2 tras los sismos de septiembre de 2017.

La administración de la terminal aérea reconoce que aun cuando se realizaron obras correctivas y de reforzamiento en las instalaciones para mantenerlo en adecuadas condiciones de operatividad y atender los problemas de asentamientos diferenciales después de los temblores, hay evidencias de que la zona en donde se encuentra el aeropuerto presenta hundimientos “de entre 21 y 30 centímetros por año”.

Estos hundimientos, agrega en su proyecto de infraestructura Estudios de Preinversión de Daños Estructurales en la Terminal 1 y Terminal 2, con fecha de abril de 2019, son provocados principalmente por la extracción de agua de los mantos acuíferos del Valle de México, “situación que se ha mantenido durante los últimos 30 años y para la cual no se pronostica algún cambio”.

El Centro de Investigación en Ciencias de Información Geoespacial(Centrogeo) determinó que “algunas zonas de la Ciudad de México se hundieron hasta 25 centímetros, 10 veces más que su promedio mensual, luego del terremoto de magnitud 7.1 del 19 de septiembre”.

Desde 2017, detalla el documento, se detectaron en la Terminal 1 desniveles y deslizamientos hacia las pistas del aeropuerto, derivado de asentamientos diferenciales en las cimentaciones poco profundas.
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En la Terminal 2 se observaron “importantes hundimientos diferenciales entre las estructuras de los dedos y el edificio terminal”.

Actualmente, agrega el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, los edificios terminales están en adecuadas condiciones de seguridad y operabilidad, “pero en caso de no ser atendidos los temas reportados pueden generarse problemas de seguridad estructural”.

Faltan diagnósticos. Hasta hoy, añade, se carece de un diagnostico real que permita conocer de manera adecuada los problemas estructurales y las soluciones correctivas necesarias para que las terminales 1 y 2 mantengan un apropiado estado de conservación y operación, que permitan mantener el buen funcionamiento operacional de las mismas en el mediano y largo plazos.

No obstante, los especialistas del aeropuerto han detectado anomalías como hundimientos diferenciales que han tenido efectos en la estructura de la Terminal 1.

“Las estructuras de los edificios 1 a 58 (...) presentan diversos desplomes y sentamiento fuera de la tolerancia de la norma, los cuales no presentan un riesgo inminente de desplome que haga necesario la clausura o acordonamiento, pero deben ser atendidos para no generar problemas de seguridad estructural en el mediano plazo, así como fisuras en juntas constructivas, agrietamientos que pueden corresponder con fallas geológicas y elementos constructivos expuestos”.

Las estructuras que comprenden los edificios 66 a 81 están en la misma situación.

El área de los edificios del 82 a 84 presenta un buen estado de sus sistemas de piso, conexiones y principales elementos constructivos.

Sin embargo, las vigas secundarias de los anuncios de azotea son demasiado esbeltas y las conexiones son poco habituales, por lo que después de los terremotos que ocurrieron en septiembre de 2017 fueron retirados todos los anuncios que podían representar un peligro para los usuarios del aeropuerto.

Asimismo, el área de los edificios del 85 a 90 tiene un buen estado de sus sistemas de piso, conexiones y principales elementos constructivos, aunque el edificio 85, correspondiente al puente que comunica la Terminal 1 con la de autobuses, presenta vigas esbeltas, considerando el claro del puente.

Moderna, pero con problemas. Respecto a la Terminal 2, sostiene que fue construida entre 2003 y 2007, y cuenta con una superficie de 249 mil 816.55 metros cuadrados distribuidos en 24.2 hectáreas.

Ésta fue establecida por medio de dos sistemas de cimentación diferentes, los dedos sur y norte a base de pilotes de fricción, los cuales se mueven en conjunto con los hundimientos que se generan de manera continua en la zona, mientras la cimentación del edificio terminal se realizó a través de pilas hundidas a 60 metros de profundidad, lo cual hace que el edificio se mantenga relativamente estable en su sitio.

Debido a que los sistemas de cimentación trabajan de forma diferenciada ante los hundimientos por subsidencia se ha generado “importantes hundimiento diferencial entre las estructuras de los dedos y el edificio terminal”.

Asimismo, la fachada y azoteas del edificio patio hotel no muestra de manera general daño estructural. Sin embargo, el piso muestra agrietamientos y existen hundimientos diferenciales, así como una columna y una trabe dañados.

La lista de estructuras dañadas en la Terminal 2 incluye el edificio de estacionamiento, que muestra un hundimiento diferencial que se puede observar tanto a nivel de piso como en la separación del edificio patio hotel y en la fachada con algunos elementos estructurales. También presentan daños un puente de interconexión y una trabe.

La solicitud para obtener 196 millones de pesos para realizar los estudios sobre los daños estructurales del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México parte de la seguridad que debe ofrecerse a los usuarios de ambas terminales, siendo los pasajeros lo más importante, los cuales, en 2018 alcanzaron la cifra de 47.7 millones.

Durante los últimos 10 años los usuarios de la Terminal 2 se han más que duplicado, al pasar 9 millones 731 mil 526 en 2008 a 20 millones 829 mil 302 en 2018, lo que muestra un incremento de 114% en ese periodo, mientras que la Terminal 1 tuvo un aumento de 63%, al pasar de 16 millones 478 mil 691 en 2008 a 26 millones 871 mil 245 en 2018.

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