María H. es uno de los miles de trabajadores en México que decidieron abandonar su trabajo por acoso y discriminación laboral.
En 2012 renunció porque su jefa se burlaba constantemente de ella y sus actitudes. “Me decía que yo era incapaz para hacer las cosas”.
Relata que durante una época ella empezó a sentir demasiada presión por parte de su superior para que aprobara unos documentos, mismos que su jefa requería para cumplir objetivos laborales y que le podían costar el puesto.
Pero al no querer autorizarlos por no cumplir con las obligaciones requeridas, María comenzó a sentir cómo el trato con su jefa fue empeorando.
“Se burlaba constantemente de mí, decía que yo era una miedosa por no aceptar los proyectos e incluso me llegó a humillar con temas personales, pero yo sabía que eso era algo malo y que podía costar mucho dinero el aprobarlos”, cuenta la afectada.
Tras la constante humillación y presión que sufría por parte de su jefa, María platicó su situación con el Departamento de Recursos Humanos. Ellos levantaron la queja y le prometieron que iría a un comité, pero las cosas no mejoraron.
Cuando su jefa se enteró la denunció, los maltratos y los insultos fueron cada vez mayores y tras aproximadamente tres meses de sufrir este tipo de acciones, decidió que esto se tendría que tratar con un rango más superior.
“Los jefes me dijeron que era mejor llevar la fiesta en paz y que no había posibilidades de que a mí me trasladaran a otra área”, expresó.
A la víctima y su jefa las llamaron y confrontaron, pero para la mala suerte de María, la superior negó todo lo que ella había expresado, e incluso la tachó de mentirosa.
Sin el apoyo de sus jefes y tras no aguantar las humillaciones y abusos de la autoridad, María tomó la decisión de buscar otro empleo donde no viviera acoso laboral.