Arnoldo de la Rocha ejemplifica el sueño mexicano. El fundador de Pollo feliz es un hombre de extracción humilde que nació en la sierra Tarahumara de Chihuahua.
Hace 43 años inició un modesto negocio de pollos asados al carbón en un local de la calle de Chihuahua, en la colonia Roma de la Ciudad de México, con una inversión de 18 mil pesos y después haber trabajado de todo, desde cargador hasta camionero.
Ahora Pollo feliz da empleo a 15 mil mexicanos en todo el país en sus más de 800 sucursales.
—¿Por qué vender pollos? —se le pregunta a De la Rocha.
—No me quedaba de otra —responde con una gran sonrisa mientras firma libros de superación personal que regala en su faceta de conferencista motivacional.
Basta escucharlo para entender el nombre del negocio. “Todo mundo quiere ser feliz”, afirma al inicio de una presentación llevada a cabo hace algunas semanas.
Su plática se titula El sueño mexicano, aludiendo al american dream para los que creen que sólo se puede lograr el éxito del otro lado de la frontera norte.
La historia de su vida demuestra lo contrario, pues en la región en donde nació no hay oportunidades para la población, sobre todo para los indígenas, más que dedicarse al campo. Proviene de una familia pobre formada por sus padres, quienes se casaron jóvenes y tuvieron 12 hijos. Arnoldo es el mayor.
“En donde vivía no había pobres ni ricos, vivíamos muy felices”. Terminó la primaria a los 15 años, y dice: “No soy una lumbrera”.
Aprendió mucho de su padre, quien le enseñó a montar a caballo, cargar pistola y a ser responsable.
Llegó a la Ciudad de México de joven y se puso a chambear de todo, porque no tenía estudios.
Hace énfasis en que para salir adelante hay que dejar de victimizarse. “Nacer pobre no lo elegí, pero sí luchar por un futuro mejor”.
A medida que relataba su historia de vida, atrajo la atención hasta de los meseros en el hotel en que realizó la conferencia.
Con lenguaje coloquial, tono norteño y una que otra palabra altisonante provocó más de una carcajada y aplausos, sobre todo cuando contaba anécdotas que acompañaba con fotos de su infancia que se proyectaban en una pantalla.
Destaca que México necesita generar un millón 500 mil empleos, y recuerda que en los mejores años se crearon hasta 800 mil nuevos.
“Hay que darle la vuelta a todo; necesitamos que las empresas trasciendan para dar empleo a jóvenes y que no se vayan al crimen”.