La posible reducción de la jornada laboral de 48 a 40 horas semanales representa uno de los cambios más profundos que enfrentará el mercado laboral en los próximos años, con impactos directos en empresas, trabajadores y productividad.

Así lo expuso Vicente Aguilar Ordaz, director ejecutivo de la Asociación de Ejecutivos de la Gestión del Talento Humano A.C. (Aderiac), al analizar el escenario que podría marcar el rumbo hasta 2030.

El especialista consideró que el camino ideal sería una implementación gradual y consensuada, que permita a los centros de trabajo adaptarse de forma ordenada.

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Advirtió que una aplicación inmediata, sin transición, podría generar serias complicaciones, sobre todo para las pequeñas y medianas empresas.

“Un cambio abrupto, de un día para otro, sería complicado para muchas organizaciones. Algunas ya han hecho simulaciones o incluso han probado esquemas de jornadas reducidas, pero la gran mayoría no está preparada para un ajuste inmediato”, explicó.

Aguilar Ordaz subrayó que las grandes empresas cuentan con mayor margen de maniobra, ya que han realizado estudios previos para medir impactos y ajustar procesos.

Sin embargo, señaló que las pymes enfrentan una realidad distinta, al operar con plantillas reducidas y recursos limitados, lo que dificulta compensar las horas que dejarían de laborarse.

De acuerdo con el directivo de Aderiac, las medidas que tendrían que tomar las empresas variarán según su giro. En algunos casos, sería necesario contratar más personal para cubrir turnos; en otros, invertir en maquinaria o ampliar su capacidad instalada para cumplir con la demanda y los pedidos existentes.

“El impacto no será igual para todos. Hay sectores que tendrán que reorganizar completamente su operación para poder sostenerse”, apuntó.

Incluso, reconoció que no todas las empresas lograrán adaptarse. Algunas, especialmente pequeñas, podrían verse obligadas a cerrar, mientras que otras tendrían que buscar alianzas o asociaciones para fortalecerse y enfrentar la nueva realidad laboral. No obstante, recordó que este proceso ya se vivió en otros países hace décadas, donde algunos negocios desaparecieron, pero muchos otros lograron sobrevivir y transformarse.

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Desde una visión integral, Aguilar Ordaz afirmó que la reducción de la jornada laboral representa un beneficio claro para las personas trabajadoras, al permitir un mejor equilibrio entre la vida personal y la laboral.

Sin embargo, enfatizó que este avance debe ir acompañado de un compromiso real con la productividad.

Finalmente, Aguilar Ordaz recalcó que el verdadero reto será cultural, tanto para empresarios como para trabajadores. Lograr jornadas más cortas con mejores resultados requiere capacitación, organización y voluntad de ambas partes.

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