En septiembre pasado, una adolescente de 16 años sacudió la apertura de la cumbre del clima en las Naciones Unidas, al acusar a los líderes mundiales de omisión y traición frente al cambio climático.

“Nos están fallando. Pero los jóvenes están empezando a entender su traición”, advirtió la sueca Greta Thunberg, constituyéndose por su activismo en un ejemplo para su generación y en un símbolo mundial.

Thunberg, al igual que otros jóvenes como la pakistaní Malala Yousafzai,premio Nobel de la Paz en 2014 (la persona más joven en recibir el galardón) por defender el derecho de los niños a la educación, pertenecen a una generación que emerge con fuerza.

Los centennials o generación Z, nacidos entre 1994 y 2010, comienzan a salir de las aulas para sumarse al mercado laboral y reclamar su lugar en la sociedad. A diferencia de los millennials, que son sus hermanos mayores, los centennials son nativos digitales, y nacieron cuando el internet ya era parte de su realidad, lo que determina su forma de convivencia y socialización.

Al igual que ocurrió con la generación previa, la llegada de los jóvenes Z a la edad adulta tiene un fuerte impacto en la sociedad y las empresas.

“Existen grandes expectativas en torno a los jóvenes Z, al ser la primera generación que ha asumido que el mundo se ha hecho pequeño, que la diversidad es consustancial a cualquier sociedad moderna y que el desarrollo democrático, unido al tecnológico, es imparable”, advierten Iñaki Ortega y Núria Villanova en el informe Generación Z. El último salto generacional.

Sin embargo, su futuro no está exento de riesgos. Su dependencia tecnológica los puede limitar para enfrentar una realidad diferente a la digital, y esto junto con una característica común de mal manejo de sus emociones y las relaciones interpersonales los puede llevar a la frustración y la depresión, advierte Erika Villavicencio, coordinadora e investigadora de Psicología Organizacional en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Centennials mexicanos

El futbolista Hirving Chucky Lozano, que juega en el Napoli de Italia; Alexa Moreno, medallista de bronce en el Mundial de Gimnasia Artística de 2018; así como los universitarios Bruno Gutiérrez, Ana Paula Jiménez y Tomas Cantú, ganadores de cuatro medallas en la Olimpiada Internacional de Matemáticas el año pasado, forman parte de los casi 33 millones de centennials mexicanos reportados al tercer trimestre de 2019 por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Aproximadamente, uno de cada cuatro mexicanos es un centennial, el grupo generacional más grande del país. Del total, 11.2 millones tienen entre 10 y 14 años y 21.7 millones van de los 15 a los 24 años. De este último segmento, 11.7 millones no trabajan, 69% de los casos se debe a que estudian; 26%, porque realizan quehaceres del hogar, y 5% restante, por otros impedimentos.

Existen 9.2 millones de centennials en el país que ya se encuentran en el mercado laboral, con una participación de 16.6% del total, y una tasa de desempleo de 7.9% de la población ocupada con esta edad, más del doble que el promedio nacional (3.7%) en el tercer trimestre de 2019.

Sus sueldos suelen ser muy bajos debido a que la mayoría de los centennials apenas empiezan a trabajar. El 62% de los trabajadores subordinados de entre 15 y 24 años ganaban el año pasado hasta dos salarios mínimos (en el mejor de los casos 6 mil 160 pesos al mes), pero 12% ni siquiera percibían ingresos. Cabe destacar que cerca de 60% no tiene acceso a las instituciones de salud, por encontrarse en la informalidad.

11ene20-centennials.gifInmediatez e irreverencia

Además del internet, hay otros cuatro términos que definen a los centennials: irreverencia, inmediatez, inclusión e incertidumbre. Irreverentes, porque no dudan en llevar la contraria a padres, profesores o mayores, entre otras causas porque han sido autodidactas, explican Ortega y Villanova.

En opinión de los especialistas, están marcados por la inmediatez, como las redes sociales que frecuentan donde todo es rápido y fugaz. La economía colaborativa y la diversidad que abrazan los convierte en inclusivos.

“Han dejado las formas interpersonales fuera de contexto, debido a que con sólo un click pueden mandar un mensaje a su amigo, a su maestro o a su jefe, pareciera que a todos los pueden tratar por igual. Su contacto es directo y frontal”, explicó Villavicencio.

A los centennials les importa el futuro, no son ninis ni quieren serlo. Les interesa en alto grado la educación, la salud, las relaciones familiares, el éxito en el trabajo y el medio ambiente. Todo ello por encima de su tiempo de ocio.

Si hay algo que distingue a los jóvenes Z es el uso de las redes sociales, en las que consumen productos y servicios. Padecen un exceso de información y pueden ser incapaces de diferenciar lo verídico de lo que es información basura, comenta Villavicencio.

Los jóvenes Z son la primera generación que aspira a equilibrar la relación trabajo-vida privada. Son la generación más interesada en trabajar por cuenta propia, aunque quienes optan por emplearse priorizan el buen ambiente laboral, la conciliación y la posibilidad de desarrollar su carrera profesional, antes que el sueldo o la estabilidad, explican Ortega y Villanova.

En la parte económica, el dinero para los centennials es un medio para conseguir cosas, pero no es algo central. Pese a ello, son consumidores exigentes, siempre van a estar buscando más satisfacción, el mayor beneficio.

Suelen adquirir marcas por gusto o si confían en ellas, y no les importa tanto la calidad como el que les ofrezcan un producto a su gusto con un precio asequible, advierten los expertos.

Dilema generacional

Todo parece indicar que los centennials van a ser una generación que cambiará las reglas del juego, pero que también puede caer en la frustración y depresión. Frente a la idealización que ofrece el mundo digital, corren el riesgo de chocar con la realidad.

En México los centennials tendrán que elegir entre renunciar a parte de su identidad digital para adaptarse a una realidad hecha por y para sus padres y abuelos, o ser ellos mismos pese al riesgo de quedar a las orillas del sistema.

“Esta enfermedad [la depresión] va a ser la número uno que vamos a enfrentar en los próximos años”, alertó la investigadora de la UNAM.

Por otra parte, las relaciones personales de la generación Z van a ser desechables. Son tan exigentes y tienen tan pocas habilidades interpersonales de comunicación que pueden enfrentar un conflicto importante.

Villavicencio dijo que ignora si las habilidades de los centennials alcanzarán para transformar su realidad.

“Lo que hemos visto es que hay muchos millennials que buscan el cambio, pero al tener que dar resultados, no tienen las competencias. Es probable que suceda algo similar”, concluye.

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