Lola Ancira (Querétaro, 1987) es una escritora, editora y modelo mexicana que escribe para diversos medios artículos, reseñas literarias y cuentos, cuyas publicaciones se han dado de manera electrónica e impresa. Su trayectoria recoge títulos como Tusitala de óbitos (Pictographia Editorial, 2013) y El vals de los monstruos. Forma parte, además, de variadas antologías colectivas y revistas que han publicado sus cuentos.

Directa, amable, encantadora, así es Lola Ancira, una mujer con un compromiso fuerte con la literatura. Sus historias, duras, desgarradoras, asediadas por grandes sombras, nos llevan a los límites de la condición humana y nos trasladan a lugares impensables, sitios fantásticos donde la vida puede ser más amable, o totalmente tormentosa. A pesar de la contingencia, Lola concedió esta entrevista que recoge grandes temas, entre ellos su carrera como escritora, su obra, las dificultades de escribir y saberse mujer en un mundo donde, hasta hace poco, los escritores varones reinaban bárbaramente. Deje entrever, sin embargo, que sus propósitos y la entrega, pavimentarán el camino que las mujeres del futuro habrán de recorrer.

Pregunta: Lola, ¿cómo nace El vals de los monstruos?

Respuesta: La idea del libro surgió como un proyecto para la beca de Jóvenes Creadores del Fonca, que afortunadamente me otorgaron en 2014-2015. Quería analizar y profundizar en las culpas, los temores y las convicciones de mis personajes y colocarlos en situaciones límite que les exigieran mostrar sus Sombras.

P: ¿Se podría decir que Lola siente cierta predilección por el género fantástico?

R: ¡Yo amo el género fantástico! La mayoría de los autores que comencé a leer en la adolescencia, por elección propia, se ceñían a este género, y en él también se inscriben los primeros cuentos que escribí. Para mí, la literatura fantástica es, más allá de un género, la literatura misma.

P: Aunque el feminismo ha abierto las puertas para que las escritoras retomen su lugar en la literatura, no siempre fue así. ¿Cómo fue para Lola iniciarse como escritora?

R: Por fortuna, desde el inicio he encontrado muchas oportunidades y puertas abiertas, y actualmente varias editoriales, tanto independientes como comerciales, buscan la paridad de género en sus autores. He sufrido acoso, pero gracias a las denuncias públicas y otras acciones, me parece que hemos avanzado un buen tramo ya en nuestra lucha.

P: En “Te lo has ganado” escribiste: “La perversidad no llega con un pensamiento ni con un acto, lo hace con la duda, al desconfiar las razones, al perder el objetivo verdadero de la acción”. ¿Consideras, entonces, que todos somos un poco perversos?

R: Claro, ésa es la premisa de El vals de los monstruos: todos somos seres de múltiples y opuestas caras, seres que escondemos bajo una máscara una segunda e inquietante, o incluso amenazadora, esencia.

P: De los once cuentos que recoge El vals de los monstruos, ¿cuál te costó más trabajo escribir?

R: El penúltimo, Tres lunares. Escribirlo implicó una constante regresión a mi infancia, incluso terminaba temblando al terminar de escribir algunas escenas que habían estado bloqueadas en mis recuerdos y que, debido al ejercicio de la escritura, vieron la luz de nuevo gracias a una confrontación que las transformó en ficción.

P: En 2013 publicaste Tusitala de óbitos, un libro que recogió gran éxito y que muchos han aclamado por las atmósferas penetrantes que habitan estos relatos. “Escritor de historias”, sería la traducción de Tusitala, pero también hace referencia a un género de arañas. ¿Cómo llegas a este título?

R: Tenía el manuscrito listo para enviarlo a una convocatoria, y lo que me faltaba era lo más importante: el título. Pensando en esto, caí en cuenta de que todos los cuentos hablaban sobre la muerte, lo que lo hacía un compendio de óbitos. Tusitala es una palabra que me encanta, que como bien dices, significa escritor o contador de historias, y es el mote con el que apodaron los samoanos a Robert Louis Stevenson. Así surgió el título, supe lo de las arañas hasta tiempo después, y me pareció igualmente acertado por la belleza que reside en lo que, para la mayoría, resulta tétrico.

P: ¿Qué libro de alguna escritora latinoamericana te hubiera gustado escribir?

R: El libro vacío, de Josefina Vicens. Es una novela publicada en 1958 y que, desde el hecho de no tener una estructura clásica, desafió los estándares de la época. Es un libro sobre la escritura (o no escritura) de otro libro: metaficción pura. El protagonista, José García, es un hombre gris inmerso en la angustia pero decidido a escribir una gran obra sobre la que, en realidad, sólo reflexiona en una libreta, y cuyas profundas interrogantes y revelaciones sobre el lenguaje, la escritura y las ideas constituyen en sí la novela.

P: Actualmente, las escritoras latinoamericanas están reclamando su lugar. En México, por ejemplo, se publicó Temporada de huracanes de Fernanda Melchor. ¿Consideras que la perversión y la crudeza con la que se escriben estas nuevas historias se cuentan ahora con más facilidad?

R: No creo que se cuente con más facilidad, sino con más crudeza, con más libertad, precisamente porque nos estamos librando de los grilletes de la hegemonía masculina en diversos ámbitos, no solamente en el literario.

P: ¿En qué momento te asumes como feminista? ¿Es un trabajo que comprometa tus obras?

R: Siento que llegué tarde al feminismo porque me volví realmente consciente de toda la violencia y desigualdad en las que estamos inmersas hasta hace unos años. En cuanto a mis obras, en El vals de los monstruos está un poco velado, pero ya está presente bajo la premisa de que los personajes masculinos son los que enloquecen y los femeninos desaparecen o mueren de formas misteriosas; en el siguiente manuscrito (que debería publicarse este año) está mucho más claro: reivindico, en la mayoría de los cuentos, a los personajes femeninos. El proyecto que estoy trabajando ahora con mi segunda beca del Fonca está por completo enfocado en el cuento noir y el feminismo.

P: Si Lola pudiera tomar un café con un escritor muerto, ¿sería con Jorge Luis Borges?

R: Por supuesto, su genialidad, para nada peleada con la modestia, la erudición y creatividad en cada una de sus obras, su manejo impecable del lenguaje y amplísima labor literaria lo convirtieron en mi primer maestro. Sería un deleite platicar con quien asegura que “el mundo está ya lleno de misterios hermosos”, para quien lo fantástico es una cara alterna de la realidad.

P: “Quién no se ha preguntado: ¿soy un monstruo o esto es ser una persona?” es la frase que abre la presentación de tu perfil de Facebook, cita que pertenece a Clarice Lispector, ¿la consideras una escritora imperdible en tu formación como lectora-escritora?

R: Sin duda. Lo primero que leí de ella fue La hora de la estrella, último libro que publicó en vida. Es una novela autobiográfica, irónica y muy introspectiva en la que la autora reflexiona sobre la muerte, la miseria, el proceso creativo y la propia escritura. Al igual que El libro vacío, tampoco tiene una estructura clásica, y está protagonizada por Macabea, una antiheroína.

P: Para finalizar, Lola: ¿ha salido algún proyecto nuevo durante esta contingencia?

R: En realidad, no, he estado inmersa en cuestiones laborales y no he tenido el tiempo que quisiera para desarrollar mi proyecto actual del Fonca, pero aprovecho cada instante disponible para leer algo de la bibliografía que tengo seleccionada y para seguir escribiendo.

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