La controversia levantada cuando Disney quiso registrar el Día de Muertos como marca propia y que las comunidades mexicanas y mexicoamericanas en Estados Unidos protestaran airadamente dio un resultado positivo, asegura la escritora Diana López, autora de la novela Coco, basada en el guión de cine con el mismo nombre.
“Disney dio un paso atrás. Se dio cuenta de que verdaderamente necesitaba incluir gente de la comunidad para trabajar en todos los aspectos del libreto. Contrataron asesores mexicanos y mexicoamericanos para ayudarlos con la historia. Y optaron por autores latinos para escribir el libro”, explica la ex profesora de escuela secundaria, nacida en Victoria, Tejas.
Usualmente las películas se basan en libros. Disney primero crea los filmes, luego los libros. Contrataron a López para escribir la versión novelada para edades de ocho a 12 años. La editora encargada del proyecto había leído Confetti girl, uno de los libros más destacados de la autora. Le gustó mucho y la contactó para hacer la adaptación de la cinta y le dieron el guión escrito por Adrián Molina. “La historia ya estaba escrita. Yo tomé los personajes y trabajé sobre ellos”, comenta López.
¿Qué piensas de que Disney quiso registrar ese día de fiesta como marca propia?
Yo creo que sólo era ingenuidad, no saber lo que en realidad estaban haciendo y no estar familiarizados con las culturas como deberían haber estado. Pero resultó ser algo muy bueno. ¡Fue genial! La gente habló y ellos escucharon. Se dieron cuenta de que necesitaban involucrar a la comunidad en la creación de la historia.
¿A qué atribuyes el éxito de la cinta Coco?
La gente se identifica con ella (la película), y siente que Disney hizo un buen trabajo retratando la comunidad y la cultura. Creo que su error concluyó en algo bueno. Estoy segura de que por eso hicieron un filme mejor del que hubieran hecho si eso no hubiera pasado.
¿Qué piensas acerca de que el pueblo en el que está basada la película está muy pobre, comparado con la riqueza de Disney?
Pregunté por la ubicación, me dijeron que era un pueblo mexicano ficticio. El editor me dijo que se trataba de darle una apariencia de cuento de hadas, por eso no hay teléfonos celulares o cosas así. No lo vi como un pueblo pobre sino como uno de cuento de hadas: vemos zapateros, panaderos, artesanos, y tiene un pequeño complejo donde la gente vive; la plaza, donde está la gente, en eso pensé.
¿Cómo creaste la riqueza de esta historia?
Me dieron ilustraciones para mostrarme la Tierra de los Muertos, porque no sabía cómo era. Me enviaron las fotos y las puse en palabras. Describí el color, la arquitectura y el entorno. Mucho de lo que inventé fue tomar lo que vi en el guión y pensar en qué está pensando Miguel, qué corre por su mente, qué está sintiendo, y lo puse en la historia. Lo mismo hice con el personaje de Héctor y Mamá Imelda, escribí sus pensamientos. Fue muy divertido.
Existen cuatro libros ilustrados diferentes, tomados directamente del filme. “Disney sabe qué es atractivo para los jóvenes. Es una forma de ayudar en la alfabetización, padres e hijos leyendo juntos. Si un niño ve la película, quizás querrá leer el libro también, y pueden leer el libro e interactuar con la historia otra vez,” concluye López, a quien le tomó tres meses escribir la historia en 256 páginas y un mes de revisiones.
La familia de López ha estado en el sur de Tejas desde que ésta era parte de México. “Nosotros no cruzamos la frontera, la frontera nos cruzó”, externa la escritora.
Y agrega: “No solamente es el Día de los Muertos, es el Día de la Madre, un cumpleaños, un aniversario luctuoso o Navidad. Vamos al cementerio a visitar a nuestros queridos difuntos. Es muy importante contar su historia, es lo que me encanta de Coco, porque mantienes viva a la gente contando sus historias”.