No es precisamente la chica más refinada del mundo, tiene pésimo gusto al vestir y se maquilla como si estuviera en los años 80; por si fuera poco, no puede dejar de mascar chicle, es su vicio, pero el corazón de Bárbara guarda un espacio para Estrada, un experto en arte.
Así es el romance que mantienen los personajes de Daniela Luján y Miguel Conde, en la puesta en escena La estética del crimen, que este miércoles celebrará a todos los enamorados en el Teatro Fernando Soler.
“Ellos se encontraron por casualidad, gracias a la difunta en la historia, pero yo creo que se la pasan muy bien, son como calentones los dos”, dice Miguel Conde, mientras sostiene en sus manos una globo en forma de corazón y en personaje posa junto a Daniela para unas fotos románticas.
Daniela sí saldría con alguien como Estrada, afirma mientras estira el chicle, porque es un hombre con mucho misterio y con cierta cultura.
Miguel, al contrario, comenta que pensaría dos veces antes de salir con una chica como Bárbara, la estilista, “pero me cae muy bien”, justifica.
Reflexionando sobre el Día del Amor y la Amistad, Miguel explica que durante un tiempo tuvo conflicto con esta fecha, por la gran comercialización que se ha hecho con el tema, pero prefirió sacar el lado positivo de esto y pensó que cualquier pretexto para reunirse con los seres queridos es bienvenido.
“Y también para alborotar un poquito la hormona; llega ese día y dices: con quién la voy a pasar, si estás soltero, si no, es un buen pretexto para la cena romántica, para el detalle”.
Para Luján, esta fecha pasa desapercibida, y no es que no le guste sino que se considera muy distraída y siempre se le olvida, y a eso agrega que no es muy detallista.
“Soy romántica, no soy una grinch que no cree en nada; pienso que más bien soy muy dispersa”.
Eso sí, dice que ha tenido experiencias muy bonitas con los jóvenes que la han pretendido y recuerda una en especial con un chico que sufrió varios rechazos de su parte.
“Un día se me declaró por enésima vez y yo le dije no; mira, las estrellas no están en posición, y me llevó hasta la cajuela de su auto, la abrió y salieron un montón de globos de estrellas, estuvo increíble eso y le tuve que decir que sí”.
Para Miguel Conde, el 14 de febrero era un día en el que, recuerda, sufría un poco durante su adolescencia, porque vivía la “tragedia” de que la persona que le gustaba no manifestaba interés alguno por él, pero sí recibía detalles de chicas con las que jamás se vio saliendo, como su personaje en la obra de teatro.
“A mí me gustaban mucho unas galletas y una chica se enteró, entonces me regaló una caja enorme llena de esas galletas y yo no sabía ni qué hacer. Era un gran detalle, literal, porque hasta la tuvo que llevar en una camioneta, entonces lo intenté con ella, hasta que se terminó la caja”, expresa bromeando el también conductor.
Para ambos un poco de cursilería a nadie le hace daño, es más, Daniela se declara una cursi de clóset.
“Bienvenida la cursilería, es necesaria, aunque digas que no eres así o que no te gusta, justo los momentos de mucha miel son los que salvan a las parejas en crisis. Algún momento de exceso de romanticismo se necesita de vez en cuando, sobre todo al inicio cuando estás en el enamoramiento”, considera Conde.