Los dos cantantes que protagonizan uno de los mayores escándalos recientes en la industria del K-pop surcoreano fueron interrogados hoy por la policía por facilitar supuestamente servicios de prostitución y distribuir videos sexuales grabados sin consentimiento.
Se trata de Seungri, uno de los miembros originales de Bigbang, una de las bandas de K-Pop más exitosas de la historia, y de Jung Joon-young, conocido especialmente por su participación en un exitoso programa de variedades de la cadena de radiotelevisión pública KBS.
Jung, de 30 años, fue el primero en comparecer en la sede de la Agencia Nacional de Policía (NPA) en Seúl.
Ha admitido que grabó en secreto encuentros sexuales que mantuvo con distintas mujeres y las compartió en una sala de chat de mensajería instantánea en la que también estaban presentes varias estrellas de la industria musical, entre ellos Seungri.
Seungri, de 29 años y cuyo verdadero nombre es Lee Seung-hyun, fue el segundo en presentarse hoy en la sede de la NPA por estar acusado de haber facilitado servicios de prostitución -prohibida en Corea del Sur- en una discoteca de Seúl a potenciales inversores de sus negocios en 2015.
Ya fue interrogado por este motivo el pasado 27 de febrero, cuando salió a la luz su posible delito en el marco de una investigación diferente en torno a otro club nocturno de Seúl del que Lee era relaciones públicas.
Seungri no ha admitido los cargos, pero al igual que Jung ha anunciado que deja el mundo del entretenimiento, al tiempo que sus agencias de representación informaron este miércoles de que rompían sus respectivos contratos.
En el caso de Jung, no solo podría ser enjuiciado por un delito contra la intimidad sino también por distribución de pornografía, la cual también está prohibida en Corea del Sur.
El escándalo, que ha indignado a la opinión pública surcoreana, ha vuelto a mostrar el lado más sombrío de la industria del entretenimiento en Corea del Sur.
También ha enfurecido especialmente a las mujeres surcoreanas que desde el año pasado le han declarado la guerra al llamado "molka", los videos íntimos o de contenido abiertamente sexual que se distribuyen -y a veces se graban- sin consentimiento y se consumen ampliamente en webs del país asiático.