Mazatlán.— Ahí va Ignacio López Tarso a todos lados, apoyándose en una silla de ruedas. Camina a paso firme y bromea, sabiendo que entre sus chistes aflora su verdad.
“¡A mí me gusta empujar esto, pero no sentarme en ella!”, exclama el actor, mientras pide a su amiga por más de cinco décadas, la también actriz Tina French, ocupar ese lugar.
“¿Qué tal nos vemos?”, pregunta feliz López Tarso y lanza una pequeña carcajada.
A sus 94 años luce entero. Y continúa en esta ciudad su camino en el cine. Si en los últimos años difícilmente ha recibido un guión de largometraje que le permita soñar, sí lo ha hallado en el mundo del corto.
Esta semana protagonizó Buenos días, Ignacio, historia que conoció hace tres años de la mano de su escritora, codirectora y actriz Leticia Fabián (Guerra de ídolos) y el cineasta y productor Alan Jonsson Gavica (La carga).
Un salón de fiestas frente al mar, acondicionado como set, es su casa por dos días.
Mientras los integrantes de la producción derraman agua corporal por los casi 40 grados centígrados que se sienten, él luce fresco, sentado frente a un árbol bonsai, al que cuida.
“¡El cine para mí es una gran diversión!”, subraya durante un receso del rodaje.
“Hace mucho que no leo un buen libreto de cine, mucho, pero aquí la historia, contada en 10 o 15 minutos, con cuatro personajes muy buenos, yo, la esposa y dos nietos, junto con este bonsai y Mazatlán, que también son personajes, la hacen maravillosa”, agrega López Tarso.
Su más reciente aparición en cine fue con la cinta Más sabe el diablo por viejo (2018), rompiendo su alejamiento de la pantalla grande después de una década.
Pero en cortometrajes, difícilmente acepta uno. Veneno, que apenas duraba un minuto, lo encarnó en 2002.
En el caso de Buenos días, Ignacio él mismo prestó su ropa, como una pijama o una camisa.
“Siempre estuvo en mi mente y nos acompañó desde que iniciamos; preguntaba por cada detalle tanto en ensayos como en filmación y eso ayudó a crecer la historia”, apunta Leticia Fabián.
Gustavo Egelhaaf (Hasta que la boda nos separe) y French (Un padre no tan padre), completan el reparto de la historia.
“Es muy bueno improvisando y aquí lo hacía, había que estar atentos”, apunta Egelhaaf.
“Trabajar con alguien que conozco por 50 años, es un honor, cómo decir que no a la invitación”, señala French.
En el set López Tarso podía estar dormitando, pero en cuanto gritaban acción, cambiaba.
“Es impresionante cómo hace”, refiere Jonsson Gavica.
El bienamado. En una de las escenas, el personaje de López Tarso se sube a una pulmonía, nombre que reciben vehículos similares a los carritos de golf, que recorren el malecón. Ahí fue donde la gente le pidió decenas de fotos y todas las aceptó.
Al final, López Tarso, con una filmografía de más de 100 producciones, cuenta con el cariño de la gente. Ese que conoció personalmente Francisco Gabilondo Soler "Cri Cri", a quien trató cuando filmó su biopic en 1963.
“Me decía que yo cantaba mejor que él (risas) y le dí muchos celos cuando salía de Bellas Artes, tras un gran homenaje ¡y resulta que los niños me pedían el autógrafo a mí!”, narra.
Para su hechura Buenos días, Ignacio recibió el apoyo del gobierno de Sinaloa y la Secretaría de Turismo estatal, así como la colaboración del municipio local y el mazatleco Ricardo Carrillo.
El jueves López Tarso recibió además las simbólicas Llaves de la Ciudad. “Con las llaves de la casa siempre hay que tener cuidado, más con las de una ciudad”, bromeó el actor.
En compañía de French recitó un verso de El mito, poema del chiapaneco Jaime Sabines en lo que fue una escena.
“Alguien me habló todos los días de mi vida al oído, despacio, lentamente y me dijo: ¡vive!, ¡vive!, ¡vive!... ¡era la muerte”, se escuchó en el set.
Y el cine es quien hace vivir a la leyenda de López Tarso.