De pequeña María León pensaba en estar sobre un escenario sólo para contar historias que le ayudaran a escapar del bullying que sufría.
Por tener un “defecto” en las piernas, usaba zapatos ortopédicos y además tenía sobrepeso, lo cual la hacía blanco de burlas.
“Tomaba ballet, tenía las piernas chuecas y no era el estándar de bailarina que todo mundo esperaba, pero me gustaba, me podía transformar en algo y nadie me contradecía; en El Cascanueces era un ratón, ¡podía ser lo quisiera!”, recuerda emocionada.
“El icono que me pusieron (sus papás) fue Frida Kahlo: mi mamá me decía que ella también usó aparatos y había hecho cosas muy hermosas, me decía que hay gente que viene al mundo con estrella y otra que viene estrellada, que yo era estrellada y tenía que sacar la estrella”, recuerda.
Apunta que se sentía parecida a la pintora, pues era “uniceja”, hasta que en un cambio de imagen le rasuraron el centro.
La música la atrapó, recuerda, en mucho por su abuelo, en cuyo restaurante tocaba el Mariachi Vargas Tecalitlán. Con el grupo interpretaba temas como “Cielo rojo” y “Si nos dejan”, tras lo cual recibía su “domingo”, un premio económico.
“Tenía ochos años y en aquella época me identificaba con un niño desafinado del mariachi y al que regañaban, le quedaba grande el traje, le decía: ¡Te entiendo! y reíamos”.
Ahora ese niño, recuerda María, es director musical del mariachi, al cual invitó a grabar una canción para su disco solista, Inquebrantable, que pronto saldrá a la venta y cuyo primer sencillo “Amor ilegal”, estrena el viernes.
“¡Me decía que se acordaba de una gordita y yo alcé la mano!” dice divertida.
¿Y la actuación? María León, ex vocalista del grupo Playa Limbo, se encuentra en el #Sargentour, gira que tocará próximamente en ciudades de Hidalgo y Querétaro, para visitar entre agosto y septiembre Costa Rica y Bolivia.
Está feliz, pero el show pone en duda su participación en una serie de acción, que le permitiría seguir explotando su faceta actoral.
A la tapatía de 32 años ya se le vio en el musical Hoy no me puedo levantar y el filme La voz de un sueño, aún en cartelera.
“La actuación me ha dado mucha seguridad, pero inseguridades también”, ríe.
En el primer día de trabajo de Guerra de ídolos, aprendió a respetar a los actores de carrera.
“Era una escena donde había autos, stunts, el director me dice que haga tal cosa, quedarme parada u llorar con desesperación, entonces lo hago, aterrizo en el punto y se escucha ¡corte!, ¡muy bien! ¡Pero tu cámara está del otro lado!, ¿podemos repetirlo?, era una sensación de incomodidad, pero también de reto”, comparte María.
Fe en el sexenio. La intérprete de “Al final” revela que ha sido invitada para participar en eventos políticos y ser vocera, pero no le interesa.
Dice que del nuevo sexenio lo más emocionante es ver a la gente con fe. “¡No se había visto antes!”, considera María.
“A las ocho de la mañana (del 1 de julio) eran filas y filas de gente queriendo dar su voto, queriendo defender su opinión e ideales por seis años e, independientemente de lo que haya pasado, un país no lo hace una sola persona sino todos.
“Somos buenos para unirnos en el Mundial: veía restaurantes llenos con todo mundo gritando por México, (pero) seamos así de buenos en las situaciones sociales y políticas, no diré si estoy a favor de uno u otro partido, pero todos tenemos que colaborar en ello”.