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Las cifras son duras y están muy por encima de la ficción: 26 mil personas, la mayoría mujeres, muchas de ellas niñas, son víctimas de trata en todo el mundo, según cifras oficiales de las Naciones Unidas.
“Y yo creo que es el doble de eso”, repara Sylvester Stallone en entrevista con EL UNIVERSAL.
Uno de sus personajes icónicos ha decidido no esconder vulnerabilidades. Rambo era un cúmulo de soledad, lo que provocaba ríos de sangre en selvas y desiertos. Ahora decidió abrirse con una familia adoptiva de origen mexicano con quien vive en un rancho de Arizona. Su “sobrina”, llamada Gabrielle (Yvette Monreal), y la abuela de ésta, María (Adriana Barraza), lo muestran por fin más emocional.
“Todos debemos saber que la familia es lo que más importa. Es algo por lo que probablemente morirías, ahora no es la guerra sino algo muy personal. Rambo finalmente tiene una familia, sabe que la guerra le hizo perder el tiempo y quiere cuidar de esa familia”, detalla el actor.
Habla de su nueva película Rambo: last blood, coescrita por él, en la que el conflicto se da luego del secuestro de Gabrielle a manos de un grupo criminal mexicano. El personaje icónico buscará rescatarla, lo que cobrará vidas en una suerte de violencia de escenas más bien graciosas en ambas fronteras.
Pero Stallone, que es padre de tres hijas —Scarlet (de 17 años), Sistine (de 21), Sophia (de 23)— está consciente de que hay una violencia real. Por eso, reconoce, su nueva cinta, que estrena hoy, esboza los miedos de millones de personas respecto al secuestro y trata de mujeres.
“Es un ‘negocio’ multimillonario casi tan grande como las drogas. Y no pasa nada”, se lamenta. “Me hubiera gustado adentrarme más en las estadísticas, pero pensé que la gente podrá imaginarse el tema. No quería que abarcara toda la película Pero es algo sorprendente, ¿no?”
Nada personal. El actor decidió presentar su filme en México
El actor optó por presentar su cinta a los medios mexicanos. Aclara que no buscó politizar el tema fronterizo, pues la trata de personas y los problemas que pueden afectar a una familia que sufre el secuestro de un ser querido son mundiales.
“No, esta película no es sobre lo que pasa en México y Estados Unidos. Este es Rambo que ha vivido durante años con esta familia en un lugar fronterizo. No pretendo tomar ninguna posición ideológica al respecto”, enfatiza.
El director del filme, Adrian Grunberg, quien ya había abordado el tema de criminales mexicanos en el filme Atrapen al Gringo, con Mel Gibson, secunda a Stallone: “Rambo entiende bien la realidad. No podemos negar las realidades fuertes de este momento, que son las drogas y la trata de blancas, por eso él quiso abordar el tema como escritor”.
Stallone reitera que los conflictos de sus películas son universales. Cree que muchos ven en Rambo y en Rocky una forma de hacer catarsis de sus propios conflictos a través de cintas que son poco verosímiles, pero entretenidas y sin tantas pretensiones.
“Cuando te presionan el botón, cuando te quitan lo que amas, te conviertes en el peor, en alguien salvaje, y es por eso que Rambo quiere matar no a uno, sino a cientos, porque siente un un gran dolor”, comenta el actor.
“Intento que se entienda eso. No intento hacer una horrible caricatura de acción. Esto es lo que esta clase de individuos hace cuando está en una batalla. En la vida real no es un cuchillo que te entierran y ya, hay soldados que podrían morir 40 veces y no lo hacen porque cuando la gente así pelea por su vida, es muy difícil de detener”, considera.