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Desde las primeras horas del lunes 20 de octubre, el ambiente en la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP) comenzó a transformarse.
Decenas de estudiantes se concentraron frente a las puertas del plantel para exigir justicia por un caso de abuso sexual ocurrido dentro de las instalaciones universitarias.
El hecho, según denunciaron, habría tenido lugar el viernes 17 de octubre en las oficinas de la Federación Universitaria Potosina (FUP), donde se encontraban dos alumnos vinculados a la organización y un tercero externo.
Los manifestantes señalaron que los implicados permanecieron por varias horas en el lugar consumiendo alcohol y marihuana sin que personal docente o de seguridad interviniera.
La indignación creció rápidamente. A lo largo del día, estudiantes de Derecho realizaron una manifestación pacífica que pronto se extendió a las calles, generando cierres en avenidas principales de San Luis Potosí como Carranza, Cuauhtémoc, Tomasa Esteves, Madero y el Distribuidor Juárez.

Ya por la noche, el movimiento tomó un giro decisivo. En un video difundido en redes sociales, los alumnos de Derecho anunciaron la toma total de las instalaciones y el inicio de un paro indefinido: “No se soltará la facultad hasta que se cumplan los acuerdos”, expresaron, subrayando que su movimiento es independiente de partidos o grupos políticos.
Durante la madrugada y las primeras horas del martes 21 de octubre, el movimiento estudiantil en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí se amplió significativamente, con varias facultades sumándose al paro, entre ellas Comunicación y Ciencias, que expresaron su solidaridad con los estudiantes de Derecho y denunciaron públicamente la violencia de género que, según afirmaron, se ha vuelto recurrente en todas las facultades.
El impulso del movimiento comenzó a intensificarse desde la noche del lunes 20, cuando la protesta empezó a tomar un giro decisivo, dejando claro que "los casos recientes de abuso sexual no eran incidentes aislados".
No ha sido el primer caso de violencia
Además del caso denunciado en la Facultad de Derecho, la comunidad universitaria recordó un incidente denunciado días antes, en el que una alumna de la Facultad de Economía habría sido víctima de abuso sexual por parte de un docente, evidenciando un patrón de violencia y omisiones dentro de la universidad.
Ante esta situación, los estudiantes decidieron unificar sus demandas y convertir la protesta en un movimiento completamente universitario, buscando visibilizar la inseguridad y la violencia sistémica que, aseguran, se vive en distintos espacios académicos.
Con esta postura, desde la noche del lunes se anunció que todas las facultades participarían activamente en la protesta, tomando sus instalaciones desde las primeras horas del martes.
La estrategia incluyó también la ocupación de las principales vialidades que conectan las facultades y zonas universitarias, con el objetivo de visibilizar la magnitud del movimiento y demostrar el hartazgo de cientos de estudiantes frente a la violencia sistemática que, denuncian, "ha caracterizado a la UASLP durante años".
El movimiento reflejó no sólo la indignación de la comunidad estudiantil, sino también una organización sin precedentes en la historia reciente de la universidad, consolidándose como un llamado colectivo a la acción inmediata de las autoridades y a la construcción de un entorno universitario más seguro y equitativo.

La primer postura de la universidad
Aproximadamente a las 11:00 de la mañana del martes, las autoridades universitarias emitieron un comunicado informando que el director Germán Pedrosa había presentado su renuncia y que los dos estudiantes implicados fueron expulsados de manera definitiva.
Sin embargo, los alumnos mantuvieron su postura: el movimiento dijeron ya no se trataba de un caso aislado, sino de una exigencia colectiva contra un sistema que perpetúa la violencia y la impunidad.
Todas las facultades unidas en un hecho histórico
A lo largo del día, el movimiento estudiantil cobró una fuerza sin precedentes dentro de la UASLP y en toda la capital potosina. En un hecho considerado histórico, todas las facultades se unieron al paro, logrando prácticamente paralizar la ciudad entre consignas que exigían un alto a la violencia de género que, afirmaron los manifestantes, se vive diariamente en la llamada Máxima Casa de Estudios.
La solidaridad no tardó en hacerse presente. Estudiantes de otras instituciones y ciudadanos ajenos a la UASLP se sumaron al apoyo, llevando víveres y muestras de empatía a los universitarios que mantenían tomadas sus facultades.
En la Facultad de Derecho se observaron alumnos de Gastronomía, mujeres organizadas y estudiantes de Aviación entregando agua, alimentos y cobijas para quienes decidieron permanecer en las instalaciones durante la noche como símbolo de resistencia.

En las calles, bajo el intenso sol y entre las consignas, los manifestantes recibían el respaldo de transeúntes que les ofrecían bebidas, palabras de aliento y gestos de ánimo. “Resistan”, les decían, mientras extendían una botella de agua o una sonrisa solidaria. En medio del cansancio y la tensión, la empatía se convirtió en el motor del movimiento, reflejando la unión de una comunidad que exige justicia, pero también humanidad.
Toma del edificio central, el último acto de resistencia
El punto más crítico de la jornada de movilizaciones se registró alrededor de la 1:00 de la tarde, cuando estudiantes de todas las facultades de la UASLP se organizaron para marchar rumbo al edificio central de la institución, ubicado en el corazón de la capital potosina.
Ahí, los universitarios exigieron la presencia del rector, Alejandro Zermeño Guerra, y reclamaron que se presente a una mesa de diálogo con los estudiantes, argumentando que el problema no corresponde a un caso aislado, sino a una "situación sistemática de abusos y omisiones que han sido toleradas durante su gestión".
Los manifestantes lograron ingresar al edificio y desalojaron al personal administrativo que se encontraba laborando, instalándose en el lugar como símbolo de protesta. Desde ese momento, anunciaron que mantendrán la toma del recinto hasta obtener respuestas concretas y acciones firmes por parte de las autoridades universitarias.
Entre consignas, carteles y mantas, los estudiantes exigieron un diálogo directo con el rector Alejandro Zermeño Guerra y su destitución inmediata.
Las protestas continúan. Las barricadas siguen firmes frente a las, los bloqueos viales permanecen y las voces estudiantiles insisten en su consigna:
“No se soltará la universidad hasta que haya justicia”.
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