La señora Claudia Carrizal Martínez tiene 48 años y en su rostro cansado sobresalen sus ganas de salir adelante para poder tener un sustento para ella y su familia. Es de estatura baja pero con un gran carácter para sobrellevar su enfermedad, que desde hace algunos años le ha impedido trabajar. Pese a la pandemia por Covid-19 y la pérdida de empleo, no se ha dejado vencer, pues su fortaleza ha sido su familia, la cual ha mantenido vendiendo ropa de segunda mano.

“Pienso que es un trabajo honrado y es limpio. Sale para mal comer, la mera verdad, y doy barato, no doy caro por lo mismo, para vender, pero con la pandemia las ventas han estado bajas”, comentó.

En entrevista para El Universal San Luis, la señora Claudia explicó que desde el 2016 fue diagnosticada con epilepsia, lo que le ha dificultado aún más realizar sus actividades cotidianas. Desde ese entonces ha sido medicada, sin embargo, su padecimiento se ha agravado por una serie de situaciones de salud que se han comenzado a presentar.

Sin dar mayor detalle, dijo que en los últimos años las crisis de convulsiones han ido en aumento, luego de que le diera “azúcar”, tras un duelo por el fallecimiento de uno de sus hijos, pérdida de la que prefirió no hablar. Refirió que actualmente, pese a los medicamentos que le recetan, tres veces a la semana tiene un episodio de crisis convulsiva derivado de la epilepsia.

Además de que durante el 2020 le detectaron un tumor presuntamente benigno en el seno izquierdo, mismo que le extirparon. No obstante, en el último año luego de diversos ultrasonidos, han podido constatar que los tumores han vuelto a salir ahora en ambos senos, y pese a que los doctores le han comentado que no es cáncer, ella cada día siente menos fuerzas y más dolor en el pecho.

Derivado de estas problemáticas, en plena pandemia fue despedida del trabajo de intendencia que realizaba en un hotel de la capital potosina, en donde le indicaron que debía firmar su carta de renuncia, pues ya no podrían seguirle pagando su incapacidad, que había concluido un día antes de su despido.

Pese a que ha buscado nuevas oportunidades laborales, ha sido rechazada de las ofertas debido a su condición de salud, la cual, dijo, la mantiene cansada y con constante dolor de pecho, pulmón y cabeza, por lo que se ha visto impedida a trabajar formalmente, aunque los doctores que han llevado su caso le han comentado que sí está capacitada para poder ingresar al ámbito laboral nuevamente.



La esperanza

Desde hace seis años, a la par de sus trabajos en intendencia, decidió abrir un pequeño local de venta de ropa y artículos de segunda mano que habilitó en su cochera frente a la avenida Constitución en la capital potosina y que atendía por las tardes noches, tras regresar de su jornada laboral diaria.

Luego de quedar desempleada, se ha dedicado a trabajar sin día de descanso de nueve de la mañana a cinco de la tarde en el local de venta de ropa y artículos de segunda mano, para poder alimentar a sus hijos y de donde también recauda dinero para poder pagar sus medicinas cuando uno de sus familiares no se las puede conseguir en el DIF, mismas que le sirven para tratar los dolores y las convulsiones por la epilepsia que padece, así como para mantener controlados sus niveles de azúcar en sangre y cuyos costos superan los mil pesos mensuales.

Con un tono de desesperación en su voz, debido a las bajas ventas de los últimos meses por la pandemia por Covid-19, hizo un llamado a la ciudadanía para poder apoyarla visitando y comprando en su tienda de ropa que se ubica frente al asilo de ancianos Maranhata y San Judas Tadeo A.C, en la avenida Constitución.

“Si gustan apoyarme en lo que puedan. Si tuviera estudios y si pudiera yo trabajar, porque me ven bien, pero me canso mucho y me da un dolor muy fuerte en mis pechos y en mi cabeza, todos los días amanezco con dolor de cabeza”, concluyó.

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