Cuatro meses han pasado desde que el acceso recreativo a la presa San José fue cerrado en su totalidad por las autoridades municipales, quienes declararon la zona de alto riesgo por posibles deslaves.

Lo que solía ser un destino popular para turistas y lugareños, ha quedado en el olvido, afectando directamente a los comerciantes que durante años dependieron de la afluencia de visitantes. Uno de esos casos es el de doña María, quien durante más de 20 años vendió antojitos en el corredor gastronómico de la presa.

"Es muy duro tener que dejar lo que fue mi vida por tanto tiempo, yo comencé a vender ahí cuando mis hijos eran pequeños y pasé todos los fines de semana con mis aguas frescas, mis quesadillas y gorditas, pero todo eso cambió hace unos meses, cuando el riesgo de deslaves obligó a las autoridades a cerrar la zona”, comentó la comerciante.

Desde entonces, doña María ha tenido que reinventarse, al igual que muchos otros vendedores afectados por el cierre, buscó alternativas para mantener su único ingreso.

"Primero fue un golpe muy fuerte, no sabíamos qué hacer. Después de estar tanto tiempo ahí, era difícil pensar en otro lugar, pero uno tiene que seguir adelante, sobre todo cuando se tiene familia", explicó.

La solución para doña María fue vender desde su propio hogar. "Empecé a vender en mi casa, en la colonia donde vivo. Puse un cartel en la puerta y repartí volantes para que la gente supiera que sigo ofreciendo lo mismo de siempre, las mismas quesadillas y gorditas, solo que ahora desde mi casa", explicó.

Foto: Cortesía
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Así mismo comentó que al principio fue lento, pero poco a poco algunos de sus clientes de la presa comenzaron a llegar a comprarle, la reconocieron por los volantes y por las redes sociales, donde sus hijos le ayudaron a anunciarse.

A cuatro meses desde que el corredor fue desalojado por el cierre total de la presa, la señora María, al igual que el resto de los comerciantes no han obtenido una respuesta sobre cuánto tiempo más estarán así, pues no hay siquiera información de qué se haya iniciado con los trabajos en la zona para remediar los daños y que se reabra el lugar.

“Y uno entiende que es por nuestra seguridad, pero no deja de ser triste ver cómo la presa, que antes era un lugar tan bonito y lleno de vida, ahora está vacía y cerrada", argumentó.

Esta es la realidad de los comerciantes de la presa San José, quienes han tenido que adaptarse para sobrevivir mientras las actividades en la zona permanecen suspendidas indefinidamente.

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