El uso de la pirotecnia es, para muchos especialistas, una costumbre tomada por la población como una manifestación popular por un evento o por algo importante que sucede, a veces como expresión de alegría y otras tantas hasta por tristeza, traída y usada en nuestro país desde tiempos de la Conquista española.

Y hoy en día, aun cuando esta práctica parece iniciar un camino a su desaparición ante las muestras de rechazo por los riesgos y los efectos a la salud de las personas y animales por el estruendo que genera la detonación de estos artefactos, sigue manteniendo un lugar en la preferencia de la gente, especialmente ante ocasiones como el cierre del año, donde es común observar la venta y manejo de artefactos de gran poder explosivo que, pueden poner en serio riesgo la integridad física de las personas, ante la posibilidad de perder un miembro del cuerpo o peor aún, de perder la vida.

Las autoridades en materia de Protección Civil, junto a las de seguridad y aquellas que promueven la salud, han pugnado por reforzar, especialmente entre los niños, la cultura de la prevención evitando al máximo el uso de estos artefactos o al menos previendo su adecuada manipulación en caso de que las personas decidan usarla.

Y es que un cohete de origen chino, por ejemplo, (huevos de dragón, camelias o mariposas que son de los más potentes) al interior de un maniquí, en tambos de metal, huesos de res, melones, cocos o sandias, pueden ser fatales, ya que el impacto es tan fuerte que puede llegar a destruir más del 90 por ciento de la superficie.

El riesgo va más allá, ya que el ruido que provoca un cohete o petardo al explotar puede alcanzar 190 decibeles, cuando lo máximo que puede soportar el oído humano son 90; esto puede producir un trauma acústico por la muerte de células nerviosas del oído interno que son irrecuperables, lo que provoca pérdida parcial o total de la audición.

Aun cuando hoy en día existe un mayor control en el manejo, distribución y permiso de venta de cohetones, las autoridades refieren que los artefactos con mayor riesgos son los siguientes: Palomas, R15, R10, R5, Hulk, Terminator, Garra de tigre, Grito de satanás o Cara de Diablo, Huevo de codorniz, Cohetón de Vara, y peor aún, algunas personas optan por crear sus propios explosivos usando tubo de PVC, tierra, yeso y pólvora.

Las autoridades estatales y municipales estiman alrededor de 800 puntos de venta en la zona metropolitana de San Luis Potosí, a cuyos vendedores se les ha advertido sobre los riesgos y las medidas de prevención que deben tomar en caso de alguna contingencia, pero además se ha buscado desalentar entre los niños el manejo de los cohetones a través de campañas preventivas en los centros escolares.

Cabe recordar que durante el invierno 2018-2019 se presentaron 87 accidentes relacionados con pirotecnia en toda la entidad potosina, de acuerdo a cifras de la Secretaría de Salud en el Estado, mientras que la Fundación Rino Q, que atiende a niños quemados, dio cuenta de que mediante el uso de la pirotecnia, se estima un crecimiento de al menos 25 por ciento en los casos que son atendidos, donde la mayor parte se trata de menores entre los 6 a los 12 años de edad, no obstante, las personas que más sufren accidentes por manipular artefactos de gran poder explosivo, son los adultos, ya que tan solo el año anterior se reportaron alrededor de 30 casos por esta situación.

sergio.marin@clabsa.com.mx

apl

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