De acuerdo con la Federación de Fisicoconstructivismo y Fitness, en México funcionan más de 8 mil gimnasios de diferentes tamaños y con equipamiento diverso, pero la mayoría no cuenta con certificación de organismos deportivos ni es supervisado por autoridades municipales.
Un ejemplo de la falta de regulación y supervisión es el gimnasio de la calle Beethoven, en la colonia Peralvillo, donde una joven murió el mes pasado al ser prácticamente aplastada por una barra con más de 180 kilos de peso.
Autoridades cerraron el establecimiento tras el incidente, pero tras unas gestiones ante la fiscalía logró reabrir y hoy ofrece sus servicios sin restricciones.
El video que sacudió a miles muestra a una joven de escasos 60 kilos acercarse a la barra y tratar de levantarla, pero el peso la vence y la estrella contra un banco que nunca debió estar ahí. La chica murió por el golpe en las cervicales, pero llegó a ese desenlace porque nadie estuvo ahí para orientarla sobre el peligro que corría.
"En el video, se ve que la chica utilizaba un aparato tipo Smith, el peso que iba a levantar era inadecuado para su complexión, inclusive personas que llevan muchos años entrenando no cargan esa cantidad de peso”, señala Jair Gavito, instructor certificado y encargado del gimnasio Tzolkin, ubicado en Iztapalapa.
“Otro factor es que el banco estaba en una mala posición, de hecho si no hubiera estado había una mayor posibilidad de que se hubiera salvado; con el banco ahí la barra hizo un efecto guillotina”, explicó el instructor.
En ese incidente trágico, no había instructor cerca de la mujer, sólo otro usuario que le quitó la pesa, pero no pudo brindarle asistencia.
Ambos hechos muestran la escasa supervisión sobre los gimnasios.